La familia de Córdoba que convierte su casa en el mayor espectáculo de la Navidad

Cada diciembre, un chalet adosado de esquina en La Carlota (Córdoba) abandona su condición de simple vivienda para mutar en un auténtico espectáculo de luz y color. Se ha convertido en un punto de encuentro y casi de peregrinación para miles de visitantes, que acuden atraídos por una fama que crece año tras año. Al frente de esta impresionante transformación se encuentra la familia Coca Romero, compuesta por Meli, su marido José Antonio y sus dos hijos, David y Alex. Juntos, dedican meses de esfuerzo y creatividad para dar vida a la que probablemente sea la casa más iluminada y decorada de toda la provincia de Córdoba. Un proyecto que empezó como una afición y que se ha convertido en un fenómeno social que atrae a curiosos de localidades cercanas e incluso de otras provincias como Sevilla. El origen de esta tradición no responde a ninguna competición, sino a una pasión compartida. "Nos surgió a mi marido y a mí, que nos gusta mucho hacer manualidades", explica Meli Romero. Lo que comenzó como un modesto adorno ha ido creciendo de manera exponencial. "Empezamos poco a poco, un año por poco, otro año un poco más, y yo creo que este es el cuarto año que ya, pues, como dice la gente, que no hemos superado". La reacción de los visitantes es el principal motor de la familia, que ve cómo su esfuerzo se traduce en la ilusión de los más pequeños. "La gente, pues, viene y sobre todo muy agradecida, que lo que montamos, sobre todo para los niños, que que le gusta mucho, y por supuesto, la enhorabuena que me dan", comenta Meli con orgullo. Lo que más sorprende a quienes se detienen a admirar la fachada es el nivel de detalle y el carácter artesanal de cada elemento. No hay nada comprado en grandes superficies; cada figura, cada luz y cada adorno es fruto de su trabajo. "El trabajo que tiene, sobre todo lo que sí me me dicen mucho, el trabajo, porque todo está hecho por nosotros, en a mano, vamos", subraya Meli. Esta dedicación total es lo que distingue su casa de cualquier otra. La preparación de este espectáculo navideño no es una tarea de última hora. De hecho, el proyecto comienza a tomar forma en el mes de septiembre, cuando el calor del verano aún no se ha despedido de la campiña cordobesa. Durante meses, la familia invierte su tiempo libre en diseñar, crear y ensamblar las piezas que compondrán la decoración. La logística detrás de este montaje es casi tan impresionante como el resultado final. La vivienda, de planta baja y primer piso, está cubierta de ornamentos de arriba abajo, no solo en su fachada principal, sino también en la lateral. Para llevar a cabo esta proeza, la familia cuenta con un experto en alturas: el padre, José Antonio Coca, es bombero de profesión. Su experiencia es fundamental para garantizar la seguridad durante la instalación. "Él se sube, se pone su arnés, porque como es bombero, pues ante todo, pues se pone su arnés y se sube, y y le gusta el estar, sentirse seguro, exactamente, por la altura", detalla Meli. Su destreza permite que la decoración alcance cada rincón de la casa sin correr riesgos innecesarios. Uno de los grandes desafíos logísticos es el almacenamiento. Con un proyecto que crece cada año, la cantidad de material acumulado es ingente, lo que suscita una pregunta recurrente entre los visitantes. "Esa es la pregunta del millón. Esa pregunta me la hace todo el mundo", confiesa Meli entre risas. La solución ha sido temporal y solidaria: "Pues nada, tengo pedido prestado una nave, y ahí, pues, metemos todas las cosas que vamos haciendo, porque todos los años vamos haciendo un poquito más". Este almacén improvisado se ha convertido en el cofre del tesoro donde esperan pacientemente las creaciones de la familia hasta la próxima Navidad o, incluso, hasta la siguiente celebración, ya que también se han hecho famosos por su espectacular montaje de Halloween. Este año, la familia ha decidido dar un paso más allá. Ya no solo se conforman con deslumbrar desde el exterior, sino que han abierto las puertas de su hogar para compartir otra de sus joyas: un impresionante Belén instalado en lo que antes era la cochera. "Esto era una cochera, ¿vale? Hace, desde siempre que se hizo la casa, pues era una cochera, y entonces, pues hace unos años lo pusimos como un saloncito", explica Meli sobre el espacio, que habitualmente no usan como salón principal. Ahora, este rincón se ha transformado en el escenario de un nacimiento al que no le falta detalle, incluido el relajante sonido del agua de un río que José Antonio ha incorporado. A pesar de la modestia de Meli, que lo describe como algo "improvisado", el Belén es una obra de arte en sí misma. "Ha sido montar ahora a última hora y mi marido, pues ha dicho, 'venga, que voy a montar un pequeño belén'", cuenta. Sin embargo, la experiencia de José Antonio en este campo es notable. Las casas, hechas con corcho, son creaciones suyas, y las figuras forman parte de una colección que atesora desde hace años. "Él antes montaba belenes en Córdoba, en los escaparates. De hecho, tiene algún premio", revela Meli. Y como ocurre con la fachada, los planes ya apuntan más alto: "Para el año que viene tiene pensado de hacerlo un poquito más grande". La experiencia no termina con la contemplación. La familia Coca Romero ejerce de anfitriona recibiendo a los visitantes ataviada para la ocasión. No es raro ver a Meli y José Antonio con trajes navideños, mientras que su hijo Alex, de 13 años, se ha convertido en una celebridad local por su disfraz del Grinch. Su implicación es total. "Nos encanta, nos gusta interactuar con la gente, con los, sobre todo, los niños chicos, que entre, que venga, le doy siempre su su caramelo si tengo", afirma Meli. Incluso una amiga de la familia, Aurora Alvárez, se suma a la fiesta por las tardes vestida de Santa Claus para contribuir a la magia del momento. La fama de la casa ha impactado directamente en la vida de la familia, especialmente en la de Alex. "A mis amigos y siempre me conocen como el de la casa decorada", confiesa el joven. "Y cuando voy por el pueblo y me dicen, '¿tú quién eres?' y le digo mi nombre y no le suena, le digo, 'el de la casa decorada' y ya todo el mundo me conoce". Las visitas culminan a menudo con una foto junto a la familia, un recuerdo que los visitantes se llevan con cariño. La popularidad de la casa trasciende las fronteras de La Carlota, un municipio de unos 15.000 habitantes. "Viene muchísima gente de alrededores, incluso de Córdoba o de Écija, en la provincia de Sevilla", explica Meli. El entusiasmo de esta familia parece no tener fin, aunque a veces roza el desbordamiento. "Eso dice mi marido, que esto se nos está yendo de las manos", admite Meli. Lejos de detenerse, su mente ya está en el futuro: "No he terminado con este, pero el año que viene ya en mi mente está lo que me gustaría poner, y y espero que me salga bien". Este espíritu es contagioso, y ya son varias las casas vecinas que han comenzado a decorar sus fachadas, inspiradas por ellos. Meli sueña con que esta iniciativa se expanda y lanza una propuesta al aire: "A ver si se pone la gente de acuerdo, y nuestro alcalde, hace un concurso de fachadas y de adornos". Mientras tanto, su deseo es simple: "Que se anime la gente, es lo que pido, que se anime la gente aquí en el pueblo y que adornen más".