A dos días del sorteo de la Lotería de Navidad, surgen las dudas habituales entre quienes juegan, que es la gran mayoría de los ciudadanos. Una de las más comunes se refiere a los impuestos: Hacienda retiene un 20 % de los premios superiores a 40.000 euros. Sin embargo, otra de las grandes incógnitas rodea al propio negocio de las administraciones. Dos loteros canarios, Maise Pérez, de Santa Cruz de La Palma, y Ruimán Verona, de Teror, han aclarado algunas de estas cuestiones sobre su día a día. Una de las principales reivindicaciones del sector es la actualización de sus ganancias. Según explica Ruimán Verona, gerente de Loterías Caminito de Teror, la comisión por cada décimo de Navidad se sitúa "entre un 4 y un 4,5 %", lo que se traduce en unos 90 céntimos por un décimo de 20 euros. Estas cifras llevan "prácticamente 20 años congeladas", una situación que ha llevado a los loteros a la huelga en varias ocasiones para reclamar una subida. Contrario a la creencia popular, repartir un gran premio como el Gordo no conlleva una bonificación económica para la administración. "La administración no recibe nada de bonificación", confirma Maise Pérez, empleada de la administración número 1 de Santa Cruz de La Palma. El verdadero premio, según ambos, es "la fama", ya que atraerá a más clientes en el futuro, confiando en que la suerte se repita en ese establecimiento. Esta fama es un activo muy valioso. La administración de Maise, por ejemplo, dio el último Gordo en pesetas en 2001 y "todavía llega gente preguntando" por ello. Por su parte, la de Ruymán, en Teror, lleva nueve años consecutivos repartiendo premios importantes, lo que genera un efecto llamada. "La gente puede intentar ir a decir, oye, pues mira, voy a bajar aquí que siempre toca", comenta Verona, a pesar de que "la suerte no sabe de dónde". Ante la posibilidad de que el precio del décimo de Navidad suba a 25 euros, los loteros se muestran escépticos. Aunque para ellos supondría un ligero aumento de la comisión de unos 20 céntimos por boleto, creen que sería perjudicial a largo plazo. Maise Pérez opina que "quien va a perder es el cliente" y que, a la larga, "también las administraciones perderían" porque el volumen de ventas podría disminuir. La campaña de Navidad es vital para la supervivencia de las administraciones. Ruymán Verona estima que la última semana antes del sorteo puede concentrar "hasta un 20 % de todas las ventas" de este producto. El resto del año es mucho más complicado. "Las administraciones vivimos durante la campaña de Navidad, después del resto del año, pues ya sabemos lo que hay", lamenta Maise. Esta dependencia se agrava por el aumento de costes como la inflación o el IPC, mientras sus comisiones permanecen estancadas. La situación es tan precaria que, según Verona, "tienes que vender 7.000 primitivas para poder pagar la cuota de autónomo".