En España, cerca de 30.000 personas viven en la calle. Para ellas, las fechas navideñas, lejos de ser un motivo de celebración, intensifican la sensación de soledad y desamparo. Son días especialmente complicados para quienes no tienen un hogar, enfrentándose a circunstancias extremas sin la compañía de sus seres queridos. Algunos de ellos han compartido sus vivencias en los micrófonos de COPE con Fernando de Haro, revelando la dureza de una realidad a menudo invisible. Rosa María, de 57 años, es una de esas voces. Ha pasado gran parte de su vida en la calle, desde los 22 años, tras el fallecimiento de sus padres. "Cuando murieron mis padres, mis hermanos ya no me querían, y entonces estuve en la calle", relata. Ahora, ha encontrado acogida en un centro del Ayuntamiento de Madrid, un respiro tras décadas de incertidumbre. Carola, periodista y traductora, también ha conocido el sinhogarismo durante seis años intermitentes. Su situación se desencadenó tras una depresión mayor y una dura situación familiar. "Soy bipolar, y mi hermana me dijo un día: '''Yo, si fuera tú, me tiraría por la ventana'''", confiesa. Para ella, la Navidad en la calle es sinónimo de "mucha soledad y mucho desamparo", a pesar de la ayuda que recibía pidiendo en un supermercado. La muerte de su padre fue un punto de inflexión que la destrozó. "Era mi cable a tierra", explica, subrayando cómo los vínculos familiares rotos y la salud mental son factores determinantes en muchas de estas historias de exclusión. Para paliar esta situación, el Ayuntamiento de Madrid activa cada año la Campaña del Frío. Dentro de este dispositivo se encuentra el centro de emergencia Pinar de San José, gestionado por el Grupo 5, que ofrece un techo a quienes duermen en la calle durante los meses más duros del invierno. "Este centro está para alojar a todas esas personas de la ciudad de Madrid que se encuentran en situación de calle en los meses más fríos", explica Juana, una de las responsables. El centro funciona desde el 23 de noviembre al 30 de marzo y el acceso se gestiona exclusivamente a través del SAMUR Social, el servicio de emergencias sociales de Madrid. "Ellos siempre piden la plaza a través de SAMUSOCIAL. SAMUSOCIAL valora y nos hace las derivaciones", aclara Juana. Un autobús recoge a los usuarios en Plaza Elíptica para llevarlos a las instalaciones. Con 150 plazas totales, de las cuales 42 son para mujeres y 108 para hombres, el perfil de los usuarios es muy variado, con edades que van desde los 18 hasta más de 80 años. El centro ofrece desayuno, comida y cena. Además, 40 de las plazas son de centro de día, para las personas más vulnerables, mientras que el resto, que solo acuden a pernoctar, reciben un picnic para la comida del día siguiente. Juan, peruano de 69 años, es uno de los residentes que pasará aquí su primera Navidad. Lleva casi ocho años en España y, tras perder su trabajo en mudanzas por problemas de documentación y una enfermedad respiratoria, ha vivido en la calle de forma intermitente durante casi tres años. "Soy una persona sola", afirma. Gracias al centro, ahora tiene un lugar donde estar todo el día, comer y dormir. Para Juan, hablar de estas fechas es delicado. "Es un poquito triste tener a tu familia lejos", reconoce con la voz entrecortada. Aunque sus hijos, que viven en París, le llaman de vez en cuando, la distancia pesa. Su historia refleja la de muchos: la de una Navidad agridulce, marcada por la ausencia de la familia pero aliviada por la seguridad de tener, al menos por una noche más, un refugio seguro.