En una casa del centro de Sevilla, el belén no es solo una tradición navideña, sino una forma de contar la historia de un barrio y de una familia. La vivienda de Rogelio llama la atención ya desde fuera. Su fachada, singular y reconocible, invita a detenerse. Pero al entrar se descubre que aquí no hay un solo belén. “Montamos más de uno”, explica. Y cada uno tiene su función y su momento. Nada más cruzar la entrada, a la izquierda, se encuentra un pequeño oratorio. Allí está el belén fijo, el que permanece durante todo el año y el que muchos vecinos y visitantes observan desde la calle a través de un cristal. Es el corazón del conjunto. Este belén del oratorio está inspirado en el barrio del Arenal. A la izquierda ponemos ver una escena que tal y como describe Rogelio “Es un homenaje a mi padre, que vino a trabajar a la tienda del Reloj en 1929 con doce años”. A partir de ahí, el Nacimiento se convierte en un recorrido por calles, fachadas y escenas reconocibles del entorno, donde el misterio convive con referencias muy personales. No es un belén genérico. Cada detalle tiene sentido y responde a una historia concreta: la familia, los vecinos, las devociones del barrio. Por eso Rogelio lo resume con una frase que da título al reportaje: “No es Judea, es mi barrio”. En el vídeo, Rogelio recorre el belén fijo del oratorio y va señalando algunos de sus detalles más significativos. Explica cómo el Nacimiento recoge la historia de su familia y del barrio del Arenal, desde la llegada de su padre a Sevilla hasta los guiños a vecinos, tradiciones y devociones. Durante el recorrido aparecen escenas muy reconocibles: la fachada de su casa con la familia asomada al balcón, referencias a la Hermandad del Baratillo, Santa Ángela de la Cruz o el Arco del Postigo. También detalles curiosos, como un sistema de luces que marca el paso del día a la noche o la reproducción exacta de un desconchón en el rótulo de una calle del barrio. Además del belén fijo, cada año la familia monta otro en la entrada de la casa, pensado especialmente para las fiestas. Es un belén cambiante, que en otras ocasiones ha llegado a tener figuras a tamaño real. Este año, el protagonismo lo tiene la Divina Pastora de Cantillana, de tamaño natural, que sostiene al Niño en brazos. Una figura cedida por una familia cercana y que se ha convertido en uno de los grandes reclamos de esta Navidad. Durante todas las navidades, muchos se detienen frente a esta casa al pasar por la calle Tomás de Ibarra. El belén del oratorio se ve perfectamente desde la calle y el montaje navideño completa una estampa que sorprende a quien no la espera. Sin grandes anuncios ni horarios, este belén se ha integrado en el recorrido navideño del centro de Sevilla como una parada tranquila y diferente. Una forma de vivir la Navidad desde lo cercano, lo personal y lo compartido.