A tan solo dos días para el sorteo de la Lotería de Navidad, las administraciones navarras viven las últimas horas de locura y vorágine. Aunque el valor de ventas definitivo no se conocerá hasta el lunes, las sensaciones de la campaña son muy buenas, según explica Cristina García, delegada de Loterías y Apuestas del Estado en Navarra. Ha sido una campaña muy movida y continuada que llega a su punto álgido. La compra de décimos es una costumbre que arranca en julio, pero la tradición de los compradores de última hora se mantiene intacta. Cristina García señala que el componente social es clave, ya que la Navidad empieza con el día del sorteo para muchas personas. Este factor explica por qué la venta online representa un porcentaje muy bajo, ya que, según García, se pierde el hábito de compartir: “todo ese compartir online se pierde”. Desde una de las administraciones de Pamplona, la número 11 situada en el Hiper Eroski, su responsable, José Mari, califica los últimos días como frenéticos y estresantes. Explica que en Navidad aparecen con más frecuencia los clientes supersticiosos que buscan un número concreto, como una fecha especial o una cifra soñada. Sin embargo, otros muchos entienden que “la suerte es la suerte” y se llevan un décimo al azar. La campaña navideña es fundamental para la supervivencia de las administraciones, ya que supone medio año de trabajo concentrado entre octubre y diciembre. José Mari confiesa que, aunque no hay trucos, desde su administración intentan aportar a cada número su magia particular para que el comprador pueda soñar. Aunque Navarra es una de las comunidades que menos gasta por habitante, con una media de 58 o 59 euros, la suerte ha sonreído a la región con premios menores en los últimos años. En 2023, hasta 17 localidades navarras recibieron parte de terceros, cuartos y quintos premios. La delegada de Loterías confía en que este año pueda tocar el primer premio íntegro en la comunidad. La esperanza es lo último que se pierde, y José Mari sueña con repartir un gran premio. “Mi ilusión sería que el premio se pudiera compartir por mucha gente”, afirma, destacando la alegría que supondría para asociaciones o empresas. Con el champán ya listo y dispuesto, la ilusión se mantiene intacta hasta que los bombos comiencen a girar.