La Navidad inspira tradiciones que combinan paciencia, creatividad y pasión. Un ejemplo extraordinario se encuentra en Alicante, donde el artista Joaquín Sánchez Igualada ha transformado su vivienda en un gigantesco poblado navideño. La obra, que ha sido galardonada a nivel nacional, cuenta con unas 90 casas y cerca de 5.000 figuras que recrean un mundo en miniatura lleno de detalles y vida. El montaje ocupa una superficie de unos 4 por 3 metros en el salón de Joaquín, pero la decoración se extiende por toda la casa, desde los dormitorios hasta la cocina e incluso la escalera del edificio. La instalación cuenta con iluminación propia, sonidos de feria y un tren en movimiento, creando una atmósfera inmersiva con elementos como una feria de atracciones y una pista de patinaje sobre hielo. El realismo y la magnitud de la villa navideña han despertado una enorme expectación en redes sociales. Según ha explicado Sánchez en declaraciones a Herrera en Cope en Alicante, "son miles las personas que me piden, por favor, si pueden venir con hijos, con nietos, a verlo". Sin embargo, al tratarse de su domicilio particular, lamenta no poder "albergar a tantísima gente", aunque le encantaría. Esta afición comenzó hace ocho años y ha crecido hasta convertirse en una obra de arte que cambia cada Navidad. Sánchez ha participado en varios concursos, logrando llevarse el premio a la mejor villa navideña de España. De hecho, parte de las piezas nuevas que incorpora cada año son regalos obtenidos como parte del galardón. Pese a ello, asegura que no lo monta por competir. La inspiración, según relata, le viene de su faceta artística, ligada en el pasado al gremio de las Hogueras y las Fallas, y de la tradición que vivió en casa desde pequeño. "Lo monto porque me gusta, me gusta que la gente, la familia, los amigos y que todo el mundo lo disfrute, y yo lo disfruto igual", afirma. El complejo montaje de la villa navideña comienza a principios de octubre y finaliza en la primera semana de diciembre. Es un hobby que, como él mismo reconoce, "es un capricho un poco costoso". Además de la villa, Joaquín no renuncia a la tradición y también instala en la entrada de su casa el Belén tradicional, que convive con el árbol y el resto de la fastuosa decoración.