Dos internos del centro penitenciario de Teruel, Óscar y Mario, han vivido una experiencia transformadora al participar en el Jubileo de los Presos celebrado en Roma. Este evento se enmarca en la clausura del Jubileo de la Esperanza, que durante un año ha movilizado a miles de fieles. Acompañados por Juan Antonio Julve, delegado de la Pastoral Penitenciaria, los dos reclusos han compartido su testimonio en el programa ‘El Espejo de COPE en Teruel’, donde han descrito el viaje como un punto de inflexión en sus vidas. La iniciativa, impulsada por la Pastoral Penitenciaria de toda España, permitió que una delegación de unas 120 personas, incluyendo a 36 internos de 10 diócesis, viajara al Vaticano. Para la diócesis de Teruel y Albarracín ha supuesto “un privilegio”, en palabras de Julbe, ya que han sido los únicos representantes de Aragón en un evento que reunía a internos de cerca de 60 prisiones españolas. La noticia fue recibida por los internos con sorpresa y gratitud. “No me lo esperaba, fue una ilusión grandísima”, ha confesado Mario. Por su parte, Óscar ha relatado que vivió la propuesta “con mucha ilusión y expectación”. Juan Antonio Julve ha explicado que fueron seleccionados por su “actitud muy activa y colaboradora” dentro del centro, donde ayudan a otros compañeros, especialmente a los recién llegados. Para Óscar, la oportunidad de salir del centro penitenciario, aunque fuera de forma excepcional, ha tenido un profundo significado. “Para mí el poder salir ha sido como una liberación y un reencuentro”, ha afirmado, describiendo la vivencia como “una experiencia religiosa cristiana”. Ambos han coincidido en señalar varios momentos de gran carga emocional. Mario ha destacado la celebración previa a la procesión por la Puerta Santa en la iglesia de Montserrat, que fue “muy emotiva y cercana”. Óscar, además de ese acto, ha mencionado el impacto que le causó el encuentro con el Papa y la majestuosidad del Vaticano, que no conocía: “Aquello es impresionante”. El viaje también ha fortalecido los lazos entre ellos. Julbe ha descrito la relación del grupo como una “convivencia fraternal” y ha compartido uno de los momentos más íntimos: tras cruzar la Puerta Santa y celebrar el sacramento del perdón, los tres compartieron el sentido de su confesión, un instante de “confianza y comunicación interior” que para el delegado fue el abrazo de Dios. Aunque viajaron solos, Óscar y Mario llevaron consigo las peticiones de sus compañeros del centro de Teruel, escritas en unas hojas que leyeron en el Vaticano. “Aunque hayamos sido nosotros dos solos a Roma, en nuestros corazones han estado todos nuestros compañeros”, ha asegurado Óscar. Mario ha aprovechado para lanzar una reflexión sobre la sociedad actual, que considera “muy individualista”, e invitar a la gente a vivir una experiencia similar “sin prejuicios”. Cree que una vivencia así permite ver el mundo y el sentido de la vida “de otra manera”, un enriquecimiento que va más allá de las creencias religiosas. Ambos han querido desmontar la idea preconcebida sobre la vida en prisión. Mario ha afirmado que “la vida dentro de un centro penitenciario no es lo que la gente cree”, destacando que hay “gente muy buena, con un corazón increíble” y que, aunque es una experiencia dura, también puede ser de “crecimiento personal”. Finalmente, han agradecido el apoyo constante de la pastoral y de los funcionarios del centro. Mario ha concluido con un reconocimiento a la “enorme labor que hace la Iglesia en muchos ámbitos de la sociedad de manera callada”, y ha expresado su gratitud a la Diócesis de Teruel y Albarracín y a la Pastoral Penitenciaria, a quienes considera ya su “familia”.