El Papa León XIV en la última audiencia jubilar del año: "¡Seguiremos siendo peregrinos de la esperanza!"

El Papa León XIV ha presidido en la mañana de este sábado, 20 de diciembre, la última audiencia jubilar en la Plaza de San Pedro. En su catequesis, el Pontífice ha reflexionado sobre el final del Jubileo y el significado profundo de la esperanza, un tema central durante este año. "No termina la esperanza que este Año nos ha dado; ¡seguiremos siendo peregrinos de la esperanza!", ha afirmado ante los fieles congregados, subrayando que la esperanza es una virtud teologal, una fuerza divina que es, por naturaleza, generativa. El Obispo de Roma ha contrapuesto la cualidad generadora de la esperanza con la esterilidad de la desesperanza. "Sin esperanza, estamos muertos; con la esperanza, venimos a la luz", ha sentenciado. Según el Papa, la esperanza no es una simple espera pasiva, sino una fuerza activa que "hace nacer y renacer". Ha insistido en esta idea varias veces a lo largo de su discurso, destacando que el verdadero poder reside en la capacidad de crear y dar vida, no en la destrucción. Para el Papa, "esperar es generar". Inspirándose en las palabras de San Pablo, el Santo Padre ha hablado del gemido de toda la creación, un lamento que debe ser escuchado. "Toda la creación es un grito", ha manifestado, lamentando que "muchos poderosos no escuchan este grito". Ha denunciado con firmeza la injusta concentración de la riqueza, señalando que "la riqueza de la tierra está en manos de unos pocos, muy pocos", quienes a menudo ignoran tanto el clamor de la tierra como el de los más desfavorecidos. Frente a esta realidad, el Papa ha recordado que "Dios ha destinado a todos los bienes de la creación, para que todos participen de ellos". Por ello, ha hecho un llamamiento a la responsabilidad colectiva. "Nuestra tarea es generar, no robar", ha enfatizado. Para el Pontífice, aunque en el mundo existen quienes se apropian indebidamente de lo que no les pertenece, la fe enseña que el dolor de la tierra y de los pobres es como un dolor de parto, un preludio a un nuevo nacimiento en el que se puede colaborar con Dios. El Papa ha diferenciado claramente entre la auténtica fuerza divina y la prepotencia humana. "Lo que amenaza y mata no es fuerza: es prepotencia, es miedo agresivo, es mal que no genera nada", ha explicado. En cambio, "la fuerza de Dios hace nacer", es una fuerza creativa y vivificante. En este sentido, ha afirmado con convicción que "la historia está en manos de Dios y de quienes esperan en Él", porque en el mundo "no solo hay quienes roban, hay sobre todo quienes generan". En la parte final de su catequesis, León XIV ha señalado a la Virgen María como el máximo exponente de la esperanza generativa. "Si la oración cristiana es tan profundamente mariana, es porque en María de Nazaret vemos a uno de nosotros que genera", ha indicado. El Papa la ha descrito como "nuestra esperanza", un modelo a seguir para todos los creyentes. "Nos parecemos a ella, porque podemos generar la Palabra de Dios aquí abajo, transformar el grito que escuchamos en un parto", ha añadido. El Pontífice ha concluido su intervención con una visión de futuro impulsada por esta esperanza activa. Ha explicado que "esperar es ver que este mundo se convierte en el mundo de Dios", un lugar de armonía descrito como "la ciudad-jardín, la nueva Jerusalén", donde la humanidad y toda la creación conviven en paz. Con la mirada puesta más allá de la conclusión del Jubileo, ha finalizado pidiendo: "Que María, nuestra esperanza, acompañe siempre nuestra peregrinación de fe y esperanza".