Durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi levantó cientos de refugios antiaéreos como marcos defensivos del Tercer Reich para proteger a la población civil y a infraestructuras críticas de los bombardeos aliados. Tras la guerra, la mayoría quedaron abandonados y pasaron por usos marginales hasta que, décadas después, uno de ellos fue reconvertido en un almacén de alta seguridad. De la guerra a la reserva estratégica. En algún punto no revelado de Fráncfort, un búnker antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial, uno de esos colosos de hormigón que durante décadas fueron ruinas urbanas o espacios reconvertidos al ocio , ha adquirido una nueva función silenciosa y profundamente política: albergar uno de los mayores almacenes europeos de tierras raras y metales críticos. En pleno deterioro del comercio global y con Europa enfrentándose a una dependencia estratégica que llevaba años ignorando, este refugio subterráneo se ha transformado en un depósito de seguridad extrema para materiales sin los cuales la industria moderna simplemente no funciona. En Xataka Corea del Norte está enviando a sus soldados al lugar más siniestro de Ucrania: uno donde los drones no son el problema, sino dónde pisas El shock chino y la carrera. La r eactivación del búnker no es casual. Desde que China endureció en abril s us restricciones a la exportación de tierras raras y metales estratégicos (en respuesta a los aranceles estadounidenses), los inventarios europeos han quedado bajo mínimos . Tradium, uno de los dos grandes importadores alemanes de estos materiales, comenzó a recomprar existencias a inversores privados y a redistribuirlas directamente a empresas europeas de sectores clave como la automoción, la electrónica, la energía o la defensa. El movimiento recuerda a una economía de guerra en cámara lenta: no se trata de especular, sino de sobrevivir a una interrupción prolongada del suministro. Un almacén blindado. El antiguo búnker, reformado desde 2011 tras el primer gran aviso de Pekín con el embargo a Japón por las islas Senkaku, ofrece más de 2.400 metros cuadrados de almacenamiento con distintos niveles de seguridad, protegidos por muros macizos, cámaras, persianas opacas y una puerta acorazada de cuatro toneladas que da acceso a una cámara sin ventanas. Contaba Nikkei que en su interior se alinean cientos de bidones azules y verdes cargados de neodimio, praseodimio, disprosio o terbio (todos de origen chino) junto a metales especializados como galio, germanio, indio, antimonio, renio o hafnio. En total, unas 300 toneladas que Tradium considera el mayor stock conocido de Europa, aunque admite que pueden existir reservas aún más grandes y discretas fuera de su conocimiento. Precios disparados. El impacto del cerrojo chino se refleja con crudeza en los precios. El disprosio ha superado los 900 dólares por kilo , más del triple que antes de las restricciones, mientras que el terbio ronda los 3.700 dólares , cerca de cuatro veces su valor previo. Ambos son esenciales para mejorar la resistencia térmica de los imanes de los motores eléctricos, lo que los convierte en piezas críticas para la industria del vehículo eléctrico. Sin embargo, para las empresas europeas el precio ha pasado a un segundo plano: el verdadero problema es la disponibilidad . Tras ocho meses de entregas inexistentes o mínimas, incluso un stock estratégico de medio año empieza a parecer insuficiente. Seguridad extrema. El nivel de protección del almacén es tal que incluso en caso de robo los materiales no podrían reintegrarse en la cadena industrial sin certificación, lo que reduce su valor fuera del circuito legal. A cambio, los clientes pagan hasta un 2% anual del valor almacenado en concepto de logística, que incluye el seguro. Mientras tanto, la diplomacia europea trata de ganar tiempo: el ministro alemán de Exteriores, Johann Wadephul, ha viajado a Pekín para negociar algún tipo de alivio, aunque él mismo ha reconocido que no hay señales claras de que China vaya a conceder licencias generales de exportación a corto plazo. En Xataka Los nacidos entre 1950 y 1970 tienen una ventaja psicológica sobre las demás generaciones: están entrando en su "peak" Geopolítica enterrada. Si se quiere también, el búnker de Fráncfort es mucho más que un almacén: es un símbolo físico de hasta qué punto la geopolítica ha penetrado en las entrañas de la economía europea. Allí donde antes se protegía a civiles de los bombardeos, hoy se protege a la industria de la asfixia estratégica. Así, la pregunta que flota entre bidones y muros de hormigón no es cuánto costarán mañana las tierras raras, sino cuándo volverán a circular con normalidad y si Europa llegará a tiempo de construir una autonomía real antes de que el próximo corte de suministro vuelva a dejarla expuesta. Imagen | Berlin Wanderlust En Xataka | Alemania no sabía qué hacer con un peligroso búnker nazi en mitad de Hamburgo. La solución ha cambiado radicalmente la ciudad En Xataka | Alemania necesita las tierras raras de China a cualquier precio. Y ese precio está siendo entregarle el futuro de su economía - La noticia Un búnker secreto nazi en Alemania esconde el tesoro más buscado en todo el planeta: cientos de toneladas de tierras raras fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .