La automoción evoluciona hacia un ecosistema de software y datos. Y así lo deja claro Volkswagen en una decisión histórica, tras cerrar una de sus fábricas en Alemania, la Gläserne Manufaktur (Fábrica de Cristal) de Dresde. Es la primera vez que lo hace en 88 años de historia y lo ha inmortalizado con una foto de plantilla junto a un ejemplar rojo del ID.3 GTX, el último producido en sus instalaciones, donde durante más de dos décadas ha producido modelos tan emblemáticos como el Phaeton y el e-Golf. La decisión de uno de los gigantes de la automoción europea responde a un ajuste estratégico de su capacidad de producción en Alemania. La medida afectará a unos 35.000 empleados hasta 2030, aunque sin despidos forzosos, y coincide con la marcha atrás de Bruselas a la prohibición de vender coches de combustión a partir de 2035 . Este cierre marca el inicio de una era donde la automoción prioriza la tecnología sobre la manufactura tradicional. Inaugurada en 2001, la Gläserne Manufaktur se erigió como un símbolo de transparencia e innovación en la antigua Alemania Oriental. Con sus paredes de cristal, producía modelos exclusivos como el Phaeton y, más recientemente, el ID.3 eléctrico. Tras fabricar el último vehículo rojo -un ID.3-, la planta cesa operaciones. Volkswagen colaborará con la Universidad Técnica de Dresde (TU Dresden), que ocupará casi la mitad del espacio. Ambas invertirán más de 50 millones de euros en siete años en IA, robótica, microelectrónica y diseño de chips . El grupo ya invierte miles de millones en IA: hasta 1.200 millones hasta 2030 para vehículos autónomos, fábricas digitales y formación . Iniciativas como el AI Lab, CARIAD (su filial de software) y programas como WE & AI capacitan a miles de empleados. La reconversión de Dresde servirá de hub para desarrollar software de conducción autónoma nivel 4-5, conectividad y movilidad inteligente, integrando IA generativa en ingeniería y procesos.