En una publicación reciente se incluye la biografía del mariscal Pedro de Navarra, un protagonista de la conquista que fue ejemplo de integridad personal y de fidelidad a los reyes de Navarra. En ella, el autor se sorprende porque algunos historiadores navarros, entre los que me incluyo, “hayan secundado de forma acrítica la teoría del suicidio” como causa de su muerte. Y es que, creo, cinco siglos después parte de la historiografía navarra se resiste a discernir el cómo fueron las cosas del cómo le hubiera gustado que fueran y se aferra a que se trató de “un crimen de estado”.