Jesús Soriano, camarero: "Durante años nos han vendido que el cliente siempre tiene la razón; no sé quién inventó eso, pero me gustaría conocerlo"

El sector de la hostelería en España atraviesa un profundo proceso de transformación, y en el centro del debate se encuentra una de sus figuras más icónicas y, a menudo, infravaloradas: el camarero. La percepción social de este oficio, tradicionalmente visto como algo temporal y de menor prestigio, está comenzando a cambiar. El camarero Jesús Soriano analiza esta evolución, arrojando luz sobre los estigmas del pasado y la esperanza de un futuro más digno y mejor remunerado para la profesión. Históricamente, ser camarero ha estado socialmente devaluado, una percepción que, según Soriano, “arrastramos durante décadas”. La idea de que es un trabajo puente ha calado hondo en el imaginario colectivo. “Se supone que esto es un trabajo puente, se supone que no tienes libre casi nunca, se supone que tienes turnos partidos casi toda la semana”, explica sobre los prejuicios asociados al sector. Esta visión ha contribuido a que no se considere una carrera profesional sólida y respetable a largo plazo. Esta carga histórica no solo afecta a la moral de los profesionales, sino que también tiene consecuencias directas en la atracción y retención de talento dentro de la hostelería. La falta de reconocimiento y la dureza de las condiciones han convertido al sector en un campo difícil, donde la vocación a menudo lucha contra una imagen social que no le hace justicia. Sin embargo, parece que nuevos vientos comienzan a soplar a favor de un cambio de paradigma. Uno de los pilares de la antigua hostelería, el lema de que “el cliente siempre tiene la razón”, está siendo demolido por una nueva generación de profesionales. Soriano es tajante al respecto y celebra que la balanza se está reequilibrando. “Cada vez menos”, afirma sobre la potestad absoluta del consumidor. El camarero está ganando autoridad y respeto en la sala. “No está tan mal visto como antes”, añade, señalando un cambio positivo en la imagen del profesional. Este cambio de mentalidad es fundamental para dignificar el oficio. Soriano incluso ironiza sobre el origen de la famosa frase: “El cliente siempre tiene razón, que no sé quién es y quién inventó esto, pero me gustaría conocerlo”. Esta declaración, cargada de significado, encapsula el sentir de muchos profesionales que durante años han tenido que soportar situaciones injustas amparadas en esa máxima. Hoy, el respeto mutuo se abre paso como la nueva norma en la relación entre el cliente y el personal de servicio. La conversación sobre el prestigio del oficio llega a un punto clave cuando se compara con otras profesiones tradicionalmente más valoradas, como la abogacía. ¿Puede un padre estar igual de orgulloso de un hijo que es camarero que de uno que es abogado? Para Soriano, la respuesta a nivel personal es un sí rotundo, pero reconoce que la sociedad aún no ha llegado a ese punto. “Hoy en día no, en un futuro yo lo veo, ¿por qué no?”, admite con una mezcla de realismo y esperanza. La clave de todo, para Soriano, reside en la palabra dignidad. Su afirmación “es un trabajo igual de digno, ¿no?, como cualquier otro” resuena como una declaración de principios. Esta reivindicación del orgullo profesional es la base sobre la que se debe construir el futuro de la hostelería. Un futuro en el que la vocación de servicio sea reconocida y valorada en su justa medida por el conjunto de la sociedad. Mirando hacia adelante, el optimismo de Soriano es contagioso. El camino hacia la plena dignificación del oficio de camarero no solo pasa por un cambio de percepción social, sino también por una mejora tangible de las condiciones laborales y salariales. La profesionalización y el respeto deben ir de la mano de una compensación justa. Su visión es clara y representa la de todo un sector que reclama su lugar: “Y si todo va bien, cobraremos más”.