'Toledo Olvidado': el rugido del motocross que marcó una época en el Salto del Caballo

El Toledo de hoy guarda en su memoria episodios vibrantes que marcaron a generaciones enteras. Uno de ellos es el circuito de motocross del Salto del Caballo, un escenario que en los años setenta convirtió a la ciudad en referencia de un deporte entonces emergente y que hoy rescata Eduardo Sánchez Butragueño en la última entrada de su blog. Lo hace apoyándose en imágenes históricas del Archivo Vasil y en otras fotografías inéditas tomadas por un joven Juan Ignacio de Mesa, quien años después se convertiría en el primer alcalde democrático de Toledo. Un material gráfico de enorme valor documental que devuelve a la ciudad una parte de su historia casi borrada. Para entender por qué el Salto del Caballo fue el lugar idóneo para este circuito hay que mirar al suelo. Como recuerda el autor del blog, una de las claves históricas de Toledo es su singular enclave geológico, definido por expertos como Jacinto Alonso Azcárate y Andrés Díez Herrero como la «Ciudad de las Tres Geologías», en alusión a la coexistencia de la España silícea, calcárea y arcillosa en un espacio muy reducido. Es precisamente esta zona arcillosa, conocida tradicionalmente como alcaén y vinculada ya a la comarca de La Sagra, la que aflora con fuerza en el Salto del Caballo. Sus cerros ondulados de tonos rojizo-parduzcos —materiales cenozoicos depositados por la erosión de los Montes de Toledo y el Sistema Central— habían servido durante siglos para fabricar adobe, ladrillos, tejas y cerámica. A partir de 1970, también se convirtieron en el terreno perfecto para el motocross. Según cuenta Sánchez Butragueño, el potencial del lugar no pasó desapercibido para Federico Martín Bahamontes, mucho más que una leyenda del ciclismo. Visionario y emprendedor, supo ver en aquellos cerros el espacio ideal para organizar competiciones de motocross y despertar la afición de los toledanos por este deporte. Desde su tienda de motocicletas en la plaza de la Magdalena, donde representaba marcas como Derbi o Rieju, Bahamontes lideró la organización de las primeras carreras. La primera prueba se celebró en 1970 y fue un éxito rotundo. Entre los testigos gráficos de aquel momento estuvo Mary Ann Kirchoff, una estadounidense residente en Toledo, que inmortalizó el arranque de aquella histórica carrera. El impacto de aquellas competiciones quedó reflejado en el trabajo de destacados fotógrafos y fotógrafas de la época. Las imágenes del tándem María Teresa Silva y Juan Jiménez Peñalosa, conservadas en el Archivo VASIL y cedidas por su hijo Quique, documentan el ambiente multitudinario de aquellas jornadas, algunas de las cuales llegaron incluso a ser televisadas por TVE. A ellas se suman las fotografías de Juan Ignacio de Mesa, tomadas cuando aún era un joven aficionado a la fotografía y que hoy adquieren un valor simbólico añadido por su posterior papel en la historia política de la ciudad. Según recoge el blog , la última edición del trofeo en el Salto del Caballo tuvo lugar en 1981. Después llegó un largo vacío hasta que, en 1989, la prensa celebró el regreso del motocross a Toledo, ya trasladado al barrio del Polígono. En la actualidad, la ciudad ya no acoge pruebas de este tipo, y aquel circuito que hizo vibrar a miles de aficionados forma parte del recuerdo. Eduardo Sánchez Butragueño cierra su entrada con un homenaje a Bahamontes, acompañado de i mágenes de su tienda y de su pasión por las motocicletas. Un gesto que sirve también como recordatorio de que Toledo fue, durante unos años, sinónimo de motor, polvo y emoción, y que esa historia, aunque olvidada, sigue esperando ser contada.