Todo alrededor grita tu ausencia, Mónica

Para Mónica MaristainNo eras una persona fácil, despertabas emociones intensas en quienes te trataban. Pero yo, una vez que te conocí y nos reímos no me acuerdo de qué,te quise de inmediato. Como las cientos de personas que pasaron por tu vida en este, tu país, el que elegiste hace 25 años, fui testigo de tu inmensa generosidad, de tu inteligencia, tu negro sentido del humor ytu amor por la cultura. Por el periodismo cultural, cuyas condiciones te habían decepcionado tanto en los últimos años pero que tú seguías haciendo conla misma pasión de cuando te conocí, cuando eras jefa enPlayboyy “ganabas mucho dinero”. (Tus palabras, no las mías).Ya ves, Maristain, tanto te quejabas de la calidad de lo que publicaban algunos creadores de contenido, de lo superficiales que eran sus posts, y de cómo funciona ahora la prensa de las editoriales, y será tu trabajo el que perdure entre tanto ruido: una amiga en común, directora editorial de un gran grupo, me llamó para darme el pésame y de paso me contó que “lo último que le regalaste” fue una nota hermosa con Cristina Rivera Garza en la FIL de Guadalajara. “La vi caminando por enfrente del Hilton. Feliz, porque siempre disfrutaba la FIL. Te dejo esa estampa”, me dijo. Y sí, te puedo imaginar perfectamente con tu bolsa pesada, que te hacía irte un poco de lado, cargando la computadora y quién sabe cuántos libros al hombro. Caminando bajo el implacable sol de invierno en Guadalajara. De prisa para llegar a tiempo a una entrevista. No te gustaba llegar tarde, tenías un respeto enorme por los autores y los representantes de la prensa de las editoriales. Feliz también porque en esa, tu última FIL, presentaste tu propio libro: Leeré hasta mi muerte. Ahora el título me suena a ironía, Mónica. Y es que las pérdidas se te estaban acumulando en el cuerpo. Primero tu sobrina, a la que tanto querías. Luego, en plena FIL, te llegó la noticia del fallecimiento de tu hermana. Estabas triste, Mónica. Nos lo dijiste en el chat de amigas, pero cualquier cosa que yo hubiera podido responder no servía de nada. Nunca he sabido qué decir ante la muerte. Es tan bruta, tan obscena y a la vez tan íntima, que las palabras solo alcanzan a arrañarla. El lenguaje desaparece. En ese chat, el mismo en que apenas el miércoles de la semana pasada escribiste que estabas tomando antibióticos y recuperándote de esa gripe con la que regresaste de Guadalajara. Decías que no podías comer, que no tenías hambre, pero que ibas mejor. ¿Qué pasó, Mónica?Pero aquí quiero escribir sobre tu vida, sobre tu poesía, tu obsesión por Roberto Bolaño, tu apasionamiento rabioso por el futbol y por la literatura. Quiero escribir sobre tu valentía, la de montar tu periódico digital Maremoto tú sola, con algunos pocos colaboradores, poniendo hasta el último centavo en el mantenimiento del sitio en internet. Todo por la libertad de publicar lo que tú querías, sin agenda impuesta por nadie. Quiero escribir sobre cómo me regañabas porque decías que solo leo a mujeres. Con ese acento argentino que nunca te sacudiste, hablabas con vehemencia de Martin Amis, de Ian McEwan, de Emmanuelle Carrere, tres de tus favoritos. Te indignaban las modas literarias que dejaban atrás a los autores varones, decías que Fabio Morábito era de los más grandes escritores mexicanos. Y cuando querías a la gente te entregabas con todo, hacías lo que estaba en tu mano para ayudar: un taller de periodismo en la Feria del Libro de Zacatecas, otro en Tijuana, siempre me llevaste contigo. Trabajar juntas era una delicia, amiga mía, aunque nos peleáramos no pocas veces porque teníamos concepciones, filias y fobias distintas con respecto al periodismo. Pero sería absurdo e injusto no reconocer lo que aprendí de ti, sobre todo en cuanto a la entrevista. Eras una maestra en incomodar y quizá por eso había gente que te temía, que no quería ser entrevistada por ti. Eso es lo que debe ser un periodista, Mónica, no me queda duda. Con la partida de Huemanzin Rodríguez, y ahora la tuya, el periodismo cultural mexicano se ha quedado cojo y manco.Tengo tu regalo guardado en la maleta. Mañana vuelo a México a pasar las fiestas de fin de año. Esperaba verte la próxima semana y que me dieras tu libro nuevo, dedicado, por supuesto. Ahora sólo puedo pensar en el inmenso hoyo negro que tu ausencia ha cavado en esa ciudad que tanto amaste, en ese país que hiciste tuyo. ¿Por qué no me esperaste? Esta noche todo alrededor grita tu ausencia.El título de este texto está inspirado en un verso de un poema de Mónica Maristain que forma parte del libro Antes. Paisaje sonoro con mujer mirando una ventana. (Literal Publishing/Universidad Autónoma de Nuevo León, 2017). MCB