Graduada en Diseño Gráfico en la Escuela Pablo Picasso de A Coruña en 1996, Belén descubrió muy pronto que lo suyo no era solo el trazo y el color, sino el volumen, el trabajo de la materia entre las manos. En las clases de modelado con arcilla nació su fascinación por lo pequeño, por aquello que exige precisión, detalle y sensibilidad. Esa inclinación quedó siempre latente mientras la vida la llevó a Estambul, una ciudad donde vivió nueve años y donde encontró otro arte que la marcaría para siempre, la caligrafía. Su mano, acostumbrada a la paciencia y al ritmo calmo que pide cada letra, encontró en las miniaturas un territorio natural.