La instrucción llegó a procesar a seis militares, pero ya desimputó a un coronel y a un sargento; ahora, el Ministerio Fiscal Militar considera que tampoco son culpables un teniente coronel y un comandante El 21 de diciembre de 2023, sobre las 8:30 de la mañana, el agua de un lago artificial en el campo militar de maniobras de Cerro Muriano (Córdoba) estaba próxima a la congelación. Fuera también hacía frío. La temperatura no pasaba de los 4,3 ºC. Aquella mañana de niebla intensa hacía mucho frío en el corazón de Sierra Morena. Pero los aspirantes a militares que estaban completando su instrucción en la base se dirigían a completar el que iba a ser su último ejercicio: una prueba que consistía en cruzar un lago en el que no se hacía pie, cargados de equipamiento (e incluso con peso supletorio). Fuera no había ambulancias. Dentro, una línea de vida floja atada a un árbol y en absoluto homologada. El desastre, según apuntan todos los testigos, era más que previsible. Han pasado dos años desde aquella fría mañana en la que iban a perder la vida el soldado Carlos León Rico, natural de El Viso del Alcor (Sevilla), y el cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar, natural de Adamuz (Córdoba), de la Brigada Guzmán El Bueno X. Lo que allí ocurrió está descrito por los jueces del Tribunal Togado Militar Central que han instruido la investigación de este caso, después de tomar testimonio a medio centenar de testigos y a los propios protagonistas de aquella triste mañana, más propia de la guerra que de una instrucción militar: “Cuando (los efectivos de la tropa) llegaron a las proximidades del pantano Casa Mata, se quitaron el chaleco anti fragmentos, y alguna ropa de abrigo, además de los elementos electrónicos, gafas de visión nocturna y los tubos de simulación de lanzagranadas, aligerando así el equipo y dejando estos elementos en el camión de transporte. Sin embargo, la sección mandada por el teniente Tato, continuó portando dentro de la mochila, la mina de instrucción que se les había asignado, cuyo peso es superior a tres kilos, debido a que se habían retrasado al hacer las mochilas”, detallan. La ministra de Defensa, Margarita Robles, durante un encuentro con los compañeros de los militares fallecidos en Cerro Muriano. El capitán y el teniente (los únicos a los que la Fiscalía Militar ha decidido procesar), según el auto, “explicaron el ejercicio a realizar a toda la compañía, indicando verbalmente cómo tenían que cruzar el lago por su zona central, con casco y botas, y cómo se portaba la mochila y el fusil”, exponiendo “que la cuerda era un elemento a utilizar en caso de extrema necesidad, pero que deberían progresar por sus medios”, así como “que la mochila servía como elemento de flotabilidad”. “El grupo comenzó animándose con gritos de apoyo para sobrellevar el frío extremo de la temperatura del agua, pero a los pocos minutos se produjo una situación desordenada”, con los efectivos moviéndose “de una forma anárquica tropezándose y adelantándose”; pues “los soldados, en cuanto llevaban unos minutos en el agua, se sentían superados por la situación”, relatan los jueces militares, destacando que las mochilas “no servían” como ayuda para la flotabilidad, toda vez que el “frío extremo ”les dificultaba incluso la respiración“. Lago de Cerro Muriano donde murieron los dos militares “Pánico y desesperación” Fruto de ello, según el relato judicial, los militares cayeron “en un estado de pánico al temer seriamente por su vida; comenzaron a pedir socorro, a decir que se ahogaban, agarrarse a la cuerda y a pedir ayuda de forma desesperada”. “La situación generada fue de auténtico caos, sobre todo porque la cuerda, al recibir el peso de varias personas, se hundió completamente y no les auxiliaba”, indica el auto; agregando que “los soldados que fueron rescatados presentaban síntomas de hipotermia” y que “el capitán ordenó soltar la cuerda, lo que se realizó en una de las orillas del pantano y se utilizó como elemento de arrastre de alguno de los soldados que estaban en la zona profunda y no eran capaces de alcanzar la orilla”. El capitán, según el relato judicial, “daba gritos e instrucciones acerca pero sus indicaciones resultaban ininteligibles y contradictorias, ya que les gritaba, que se soltasen de la cuerda, que nadasen, que usasen la mochila, que socorriesen a los compañeros, y también que se soltase la cuerda”, toda vez que este mando “únicamente se introdujo en el agua cuando tuvo conocimiento de que el cabo Jiménez había desaparecido, realizando una búsqueda infructuosa, cuando prácticamente ya no quedaba nadie en el agua. “Fue después de un buen tiempo, cuando se había realizado el recuento de novedades en el vivac, cuando se percataron de que también había desaparecido el soldado Carlos León Rico”, añade el auto, exponiendo que el cabo Jiménez y el soldado León Rico fallecieron por “síndrome anóxico por sumersión”; mientras otros dos efectivos necesitaron asistencia sanitaria por síntomas de hipotermia. Maniobras militares Dos años después y tan solo dos presuntos culpables para la Fiscalía El Fiscal Jurídico Militar ha pedido penas de ocho años de prisión para el capitán Zúñiga y cinco años de cárcel para el teniente Tato. Y lo ha hecho después de una instrucción de casi dos años en la que ha habido más mandos procesados. La Fiscalía señala que “no se aprecia responsabilidad penal” en la conducta de un teniente coronel y un comandante que fueron procesados en el caso, para quienes considera que “procede la libre absolución”, con “todos los pronunciamientos a su favor”. En la instrucción se llegó a procesar a un coronel y a un sargento. Pero durante el proceso se les desimputó, con la oposición de las acusaciones particulares, que representan a los dos militares fallecidos. Ahora, las dos acusaciones tampoco están de acuerdo con que la Fiscalía haya decidido no calificar a un teniente coronel y a un comandante como responsables, aunque no directos, de los hechos. Sí que está previsto que lo hagan cuando presenten sus escritos. El plazo finaliza el próximo 12 de enero. Después, con todos los escritos en su poder, las defensas harán lo propio y decidirán si recurren, o esperan a que se fije un inicio para el juicio oral. Es probable, por tanto, que la vista arranque en la primera mitad del 2026. Durante la instrucción, los magistrados consideraban probable la responsabilidad de los dos mandos a los que la Fiscalía ahora no acusa. Según los jueces militares, que lo dejaron escrito en el auto de procesamiento, el teniente coronel Zanfaño “examinó el programa elaborado por el Capitán, pero no valoró las condiciones de ejecución de las actividades desarrolladas en el mismo ni supervisó la actividad de cruce táctico de río, pese a ser el jefe de plana del regimiento”. El comandante Velasco, de su lado, habría al capitán “toda la documentación referente al plan básico de instrucción y examinó la misma y su respeto a la normativa”, pero “no le pidió ningún tipo de explicación acerca de la ejecución de los ejercicios a realizar porque consideraba que es responsabilidad del capitán al mando”.