Grandes inventos. Los adornos

La Navidad no sería nada sin adornos. Tampoco las artes, ni las letras, ni las humanidades. Tal vez la propia humanidad sea un adorno. No cualquier cosa puede constituirse en adorno, aunque pueda adornar, puesto que todo puede adornarse. Puede y debe. Las personas, las ropas, las habitaciones, las ciudades, las historias. ¡Las ideas! Adornar ideas es uno de los empeños más antiguos, casi tanto como adornar los cuerpos y por similares motivos. El homo sapiens, que al principio sólo tenía el propio cuerpo, evolucionó a base de añadirle adornos decorativos, pinturas, guijarros, collares de dientes de oso, conchas, cicatrices, colgantes, plumas. El adorno fue la primera ciencia, varias en realidad, pues siempre fue algo muy interdisciplinario, y mucho antes de se inventase la publicidad ya era necesario adornarlo todo, incluido el lenguaje, pues la realidad sin adornos no había quién la aguantase. Ni siquiera se puede pensar sin adornos. ¿Y qué características diferenciales debe tener un adorno? No está tipificado y lo que es más inexplicable a estas alturas, tampoco homologado, pero históricamente es conveniente que brillen, que resplandezcan, que atraigan la atención igual que ciertas palabras en un texto, un verso feliz o una ecuación. Hasta los cementerios están cargados de adornos, porque también el Más Allá carece de sentido sin adornos. Y la Navidad es la celebración del adorno, luces, abalorios, árboles, guirnaldas, lentejuelas, colores, cosas que relucen. El mundo está estos días tan recargado de adornos que parece una catedral barroca o los cien cantos en tercetos endecasílabos encadenados de la Divina comedia. Algunos matemáticos especulan si la realidad y el universo entero no serán también un adorno colosal, como el lenguaje en sí, pero eso ya es exagerar demasiado las cosas, probablemente porque desde que una troglodita se puso una flor en el pelo, o desde que otra criatura paleolítica talló con un hueso la Venus de Willendorf, la cultura del adorno es nuestra cultura. No hay otra. Imposible especificar en qué consiste un adorno, quizá el invento más humano. Todo puede serlo, pero no cualquier cosa. Conviene que reluzca.