María Guardiola, la baronesa feminista del PP que puso su sillón en juego para buscar un gobierno sin ataduras

Apareció casi de la nada y, sin hacer mucho ruido, arrebató el sillón de la presidencia de la Junta de Extremadura al Partido Socialista. Pasó de ser una gran desconocida a la primera mujer presidenta de la historia de la comunidad autónoma. María Guardiola (Cáceres, 1978) lleva a gala el empoderamiento femenino, del que ha hecho su bandera desde el primer día que se convirtió en número uno del PP en Extremadura y, sobre todo, en la campaña electoral del 21D. Nacida en la capital cacereña, Guardiola se licenció en Administración y Dirección de Empresas antes de diplomarse en Ciencias Empresariales por la Universidad de Extremadura. Como funcionaria, se dedicó a la gestión pública durante años hasta que, en 2011, entró a formar parte del ejecutivo autonómico del popular José Antonio Monago, como secretaria general de Economía y Hacienda. Tras pasar por la Junta, llegó a ser concejala en su Cáceres natal hasta que, ya en 2023, el Partido Popular apostó por ella casi por sorpresa. En la región, todo apuntaba a que sería el alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro, el sucesor de Monago. Su inexperiencia, que era percibida también con cierta frescura, marcó sus primeros pasos. En la campaña electoral de 2023, los sondeos apuntaban a una nueva victoria de Guillermo Fernández Vara . El socialista ganó, pero empató en escaños con el PP. Aquella noche, Guardiola celebró su «victoria», porque, desde luego, era suya. Sabía que dependía de Vox , pero mantuvo confirmeza su discurso, asegurando que no pactaría con Vox. Hasta que tuvo que hacerlo. En aquella rueda de prensa que marcó para siempre su trayectoria política, Guardiola cedió y metió a Vox en su gobierno, asegurando que Extremadura «valía más que su palabra». El idilio, que nació mal, acabó peor. Un año después, Vox abandonó el gobierno y Guardiola se quedó al frente, en solitario y sin la mayoría suficiente como para sacar adelante las cuentas. Prorrogó las de 2024, pero no quiso hacer lo propio en 2025. Avisó: o presupuestos o urnas . Y hubo urnas. Mantuvo su palabra y arriesgó su sillón en busca de un gobierno sin ataduras. En busca de un gobierno sin Vox. Todos los sondeos apuestan por una victoria clara y contundente de Guardiola. Sacará un amplio margen a la segunda fuerza, el PSOE de Gallardo, pero, si no llega al escaño 33, será insuficiente. Ella buscaba -y busca- «más confianza» . Que es lo mismo que decir que busca ser autosuficiente en términos de gobierno. Por lo pronto, y a sabiendas de que los sondeos apuntan a que tendrá que volver a depender de Vox, ha hecho del feminismo su bandera. Tal y como hizo en 2023. No se ha escondido, al contrario. Ha incrementado su tono, incluso llegando a decir que Abascal desprendía cierto «tufo machista» o que «ni cien señoros de Twitter» la iban a poder frenar. La apuesta es clara y arriesgada. Si acierta, si consigue la absoluta, borrará cualquier tipo de discusión en torno a su figura. Si no acierta, por muy cerca que se quede del objetivo, vivirá su particular «déjà vu» y tendrá que volver a hablar con Vox.