Navidad: «Dios está con nosotros»

La Navidad está tan desfigurada que parece casi imposible hoy ayudar a alguien a comprender el misterio que encierra. Tal vez hay un camino, pero lo ha de recorrer cada uno. No consiste en entender grandes explicaciones teológicas, sino en vivir una experiencia interior humilde ante Dios. Las grandes experiencias de la vida son un regalo, pero de ordinario sólo las viven quienes están dispuestos a recibirlas. Para vivir la experiencia del Hijo de Dios hecho hombre hay que prepararse por dentro. El evangelista Mateo nos viene a decir que el Niño que nace en Belén es el único al que podemos llamar con toda verdad «Emmanuel», que significa «Dios con nosotros». Alguien nos ha ofrecido estos breves consejos para vivir la Navidad: «Ten valor para quedarte a solas. Busca un lugar tranquilo y sosegado. Escúchate a ti mismo. Acércate silenciosamente a lo más íntimo de tu ser. Es fácil que experimentes una sensación tremenda: qué solo estás en la vida; qué lejos están todas esas personas que te rodean y a las que te sientes unido por el amor. Te quieren mucho, pero están fuera de ti. Sigue en silencio. Tal vez sientas una impresión extraña: tú vives porque estás arraigado en una realidad inmensa y desconocida. ¿De dónde te llega la vida? ¿Qué hay en el fondo de tu ser? Si eres capaz de «agüantar» un poco más el silencio, probablemente empieces a sentir temor ya al mismo tiempo, paz. Estás ante el misterio último de tu ser. Los creyentes lo llaman Dios». Según Karl Rahner, «esta experiencia del corazón es la única con la que se puede comprender el mensaje de fe de la Navidad: Dios se ha hecho hombre». Ya nunca estarás solo. Nadie está sólo. Dios está con nosotros. Esta es la «esencia viva» de la Navidad. Ahora podemos celebrarla, disfrutarla y felicitarnos saboreando que en el pesebre de Belén comienza Dios su aventura entre los hombres. No entenderemos la Navidad si no sabemos hacer silencio en nuestro corazón, abrir nuestra alma al misterio de un Dios que se nos acerca, acoger la vida que nos ofrece y saborear la fiesta de un Dios Amigo. En medio de nuestro vivir diario, a veces tan aburrido, apagado y triste, se nos invita a la alegría. «No puede haber tristeza cuando nace la vida», afirmó san León Magno. No se trata de una alegría insulsa y superficial. Como nos dijera Leonardo Boff, filósofo y teólogo: «Nosotros tenemos motivos para el júbilo radiante, para la alegría plena y para la fiesta solemne: Dios se ha hecho hombre y ha va venido a habitar entre nosotros».