Cerca de 900.000 ciudadanos tienen hoy en sus manos el futuro de Extremadura. La ciudadanía se enfrenta ante una decisión que va mucho más allá de la mera elección de representantes. Votar no es un gesto automático, ni un trámite menor: es un derecho conquistado tras décadas de lucha, de renuncias y, en no pocos casos, de vidas truncadas en defensa de las libertades democráticas en España. Conviene recordarlo en un momento en el que la desafección y el ruido amenazan con vaciar de sentido uno de los pilares básicos de nuestra convivencia.