Al filo de lo imposible

El tiempo es una liebre y todo se mueve tan rápido que perdemos la perspectiva y a veces hasta el pelo. Los años noventa envasaron la ficción de templar a casi todo el mundo menos a los radicales e inadaptados sociales. Aquella figuración, como de postal navideña, conformaba un ajuar de modernidad de delicadeza entrañable. Pero la historia es oscilante, cuando no pendular, y la derecha fiera cabalga de nuevo sin tanto disfraz y más a lo bruto.