Lunes. Plató. Canal Sur. Programa Hoy en Día. Polemizo un poquito con Polonia Castellanos, que es la abogada de un grupo de activistas de la cristiandad que no se ha tomado muy bien la actuación de una cantamañas en una iglesia. Quieren empurarla por lo penal. Están ofendidos. Lo comprendo pero le digo que era en Francia, en el marco de un festival artístico y en una iglesia desacralizada y propiedad del Estado francés. Y que hay libertad artística. Comprendo su ira pero le insisto en que le estamos haciendo gratis la publicidad a la artista en cuestión. Vamos a publicidad. Y yo al baño. Para desintoxicar y relajar la mañana me doy un garbeo por el Málaga Palacio, me gusta más Málaga Palace, donde a la hora del aperitivo se entrega el Premio de Aforismos de la Fundación Pérez Estrada. Este año ha sido para Alfonso González Cachinero («los niños muy traviesos llevan doble escolta de ángeles»), con quien me tomo una cerveza hablando de antecedentes ceutíes comunes, amigos escritores y libros. Los aforismos saben mejor con cerveza y eso han debido de pensar los aforistas (hay más de los que pareciera en la ciudad) que se han dado cita en el acto, que ha sido grato, breve y con barra libre posterior, que es como tienen que ser los actos. Además del consabido vasito de gazpachín engullo un par de buñuelos de bacalao. Los creí extinguidos, como las gambas en gabardina. No había croquetas: la bechamel es el material con el que está hecha la decepción gastronómica, afirmación que podría ser un aforismo en sí mismo, el titular de una entrevista con un cocinero pedante o el eslogan de los enemigos del bechamel. Suena bien eso de enemigos del bechamel, podría ser el nombre de una banda de rock. Alaska y los aforistas, también. Saludo a un poeta, a tres periodistas (los tres salen con frecuencia en este dietario), a Ana Cabello, a una concejala, Rosa del Mar, a la escritora Isabel Bono, a Lorena Codes, directora del Instituto Andaluz de las Artes Plásticas y Visuales, y a algunas personas más. Mucho saludar ya para mí, demasiado ajetreo. Vuelo a escribir y al final de la tarde voy a ver a Paco Reyero, que entrevista en La Malagueta a Rubén Amón, al que veo vozarrón y muy delgado. Amón es erudito jovial y ha escrito un libro sobre Morante. La sala está llena. Hombres maduros. Me va más el rollo periodista que toma un personaje y hace literatura, biografía, ensayo, un libro, que el rollo taurino. Chaves Nogales con Belmonte y en ese plan. Amón habla del ‘exilio’ de Morante en Portugal y de sus males psíquicos. Han tenido que aplicarle incluso electrodos.