Un desenlace agónico, un gol redentor y tres puntos que saben a oro espeso. El Córdoba CF cerró el año en Mendizorroza con un triunfo de esos que se explican mejor desde la épica que desde el juego, resuelto más allá del tiempo reglamentario y tras un ejercicio de resistencia marcado por las dudas, las imprecisiones y la necesidad ante el Mirandés (1-2). En una cita de extremos -con un arranque fulgurante, largos tramos de desconcierto y un final de infarto-, los de Iván Ania encontraron en Sergi Guardiola el hilo al que aferrarse para romper una racha de seis jornadas sin ganar y marcharse al parón invernal con el botín en la maleta, aunque todavía con muchas más preguntas que certezas.