Convirtiendo en inevitable el hecho de las navidades, el domingo la Tierra alcanzaba el punto de su órbita que corresponde al Sol más meridional, al sur de nuestro Ecuador, comenzando aquí el invierno y en el otro lado del mundo el verano. Y hoy, no tanto como la mecánica celeste de la revolución terrestre, pero igual de datable y predecible, está el sorteo de la Lotería de Navidad. Los matemáticos dejaron hace años de explicar estas cosas de la probabilidad, el valor esperado y demás, que muestran a las claras que solo gana el estado con este sorteo, porque como lo del solsticio, parece sometido a fuerzas mayores, en este caso las de la tradición y la costumbre.