Lo que aprendí en la burbuja y vuelve con la IA

A finales de los años 90, cuando Internet apenas empezaba a definirse, yo viví desde dentro la burbuja puntocom en España. No como espectador, sino como parte activa de un momento en el que el país entero soñaba con construir el futuro digital. Vi nacer Terra, Ya.com, Eresmas y muchos otros proyectos que hoy son arqueología tecnológica pero que entonces representaban la mayor ambición empresarial del momento. Eran días de velocidad, de ilusión, de exceso, de talento joven y de un optimismo casi ingenuo sobre lo que Internet iba a ser. Y todos compartíamos una misma visión: que Internet se estructuraría alrededor de un único concepto, el portal. El portal era una idea poderosísima. Una sola puerta para acceder a todo: noticias, correo, chats, foros, compras, viajes, ocio, comunidad. Queríamos que el usuario lo encontrara todo allí, que empezara y terminara dentro del mismo entorno, que no tuviera razones para irse. Recuerdo perfectamente aquella sensación de trabajar en algo que no tenía precedentes y cuyo objetivo era casi totalizador: convertirnos en la interfaz natural entre la gente y el nuevo mundo digital. Pero la tecnología no estaba preparada para sostener ese sueño. Todo era demasiado lento, demasiado estático, demasiado limitado. La personalización era mínima, la navegación torpe, los datos pobres, los buscadores imprecisos, el móvil inexistente. Intentábamos crear un espacio autosuficiente en una Internet que apenas podía manejar el correo electrónico. Por eso, cuando llegó el pinchazo de la burbuja, no solo se derrumbaron los modelos financieros: también se desvaneció la idea de que un portal pudiera contenerlo todo. Terra se desinfló. Ya.com se diluyó. Y la visión quedó archivada como un sueño demasiado grande para la tecnología disponible. Hasta hoy. Veinticinco años después, ese concepto vuelve. No disfrazado, no inspirado: vuelve exactamente igual en su esencia, pero esta vez con una potencia que aquellos portales jamás pudieron imaginar. Ahora se llama AI Mode. Lo que Google está desplegando es el portal definitivo. La puerta única. El espacio total. El lugar en el que preguntas, recibes la respuesta completa, tomas decisiones, comparas opciones, reservas mesa, compras entradas, planificas un viaje y ejecutas cualquier acción sin salir jamás de la interfaz. El sueño de Terra, pero funcionando. El sueño de Ya.com, pero sin fricción. El sueño del año 2000, pero con la infraestructura del año 2025. La gran diferencia es que ahora ya no hablamos de una página web que concentra enlaces y servicios, sino de una inteligencia que concentra intención, contenido, acción y resolución en un mismo flujo. Nosotros soñábamos con ser la puerta de Internet; Google está construyendo la puerta del mundo digital y cognitivo. Y lo está haciendo con una precisión que solo la IA permite. Esto cambia por completo el ecosistema en el que los medios han vivido durante dos décadas. Porque si la pregunta, la respuesta y la acción se quedan dentro de AI Mode, entonces desaparece el clik, desaparece el tráfico, desaparece el SEO, desaparecen las visitas, desaparece la visibilidad espontánea y desaparece, en consecuencia, el modelo de negocio que sostuvo a la prensa digital desde 2005. Es el final de una era. Tan simple y tan radical como eso. Y al mismo tiempo, abre la única vía de supervivencia real para los medios: dejar de intentar ganar tráfico —que ya no controlan— y empezar a construir aquello que la IA no puede replicar: la pertenencia. La adhesión. La identidad. El vínculo. La comunidad. Los medios del futuro no serán webs con contenido, sino espacios donde la gente sienta que forma parte de algo. Comunidades de comunidades. Ecosistemas que generen valor no solo por lo que informan, sino por lo que conectan. La información la dará la IA. La experiencia humana la tendrán que dar los medios. Por eso, cuando comparo Terra con AI Mode, no lo hago por nostalgia, sino porque veo un círculo que se cierra. El portal vuelve, pero esta vez no es nuestro. No lo controla un medio, ni un operador, ni una empresa nacional. Lo controla una inteligencia global con capacidad de absorberlo todo salvo lo que no es automatizable: el vínculo humano. Yo estuve allí cuando el portal nació y murió. Y ahora veo cómo renace, pero convertido en el ecosistema que determinará el acceso a la información durante la próxima década. AI Mode será la nueva puerta universal. Eso ya está decidido. La pregunta es si los medios quieren seguir compitiendo dentro de un espacio que no les pertenece o construir algo que sí pueden poseer: comunidades reales, identidades propias, propuestas de valor que sobrevivan en un mundo sin clics. Si Terra fue el ensayo, IA Mode es la obra final. Y ahora toca decidir si queremos ser protagonistas o simples figurantes en el nuevo escenario digital.