El imaginario del fin del mundo se repite hasta el cansancio, pero nunca pierde atractivo. Mientras las ficciones describen civilizaciones arrasadas y recursos agotados, la industria cultural demuestra lo contrario. El escenario postapocalíptico sigue generando historias rentables y populares , capaces de renovarse en cine, series y libros, conquistando a nuevas generaciones de espectadores.