Cogí ocho semáforos seguidos en verde. Cambié de sitio la mesa de mi estudio. Me sorprendió un apagón mientras leía una entrevista de Ray Loriga en el baño. Participé en el jurado de un festival de cine. Volví a no escribir un prólogo. Recordé que vinimos a la vida a no se sabe el qué, así que respondí con un «me da igual» a muchas preguntas. Desistí de ir a Correos una docena de veces tranquilamente. Conocí al editor de Stoner en español. Abandoné tres libros a medias.