En Chile no ganó la ultraderecha. Ganó el poner coto a la inseguridad provocada, expresamente, por la inmigración de venezolanos huidos de su país con la complacencia de Maduro; que abrió las prisiones o cárceles a los presos comunes para ahorrarse problemas y, de paso, inestabilizar al resto del subcontinente. Es la estrategia de Cuba cuando hizo lo propio y facilitó las huidas masivas a Miami.