José Ignacio Chacón: «Ha sido un verdadero privilegio poder ayudar a mujeres que llegaban aterradas»

Enormemente satisfecho por haber tenido un oficio «excepcional», el oncólogo y hasta el viernes integrante de la Unidad de Mama del Hospital Universitario de Toledo (HUT), finalizó su ciclo laboral con una gran despedida sorpresa preparada por compañeras y pacientes. —¿Cómo se siente después de este regalo de despedida tan emotivo? —Es una mezcla de sentimientos entre entre feliz, abrumado, triste por lo que pierdo, pero sobre todo inmensamente agradecido del cariño de tanta gente. Es una sensación verdaderamente inolvidable. Imposible pensar en una mejor forma de terminar mi etapa laboral. —En el homenaje, sus pacientes hablaron de su humanización de la medicina —Al término humanización se apunta mucha gente, pero luego hay q ue entender qué es. Yo siempre que llegaba una paciente nueva dejaba todo lo que estaba haciendo para ver cómo entraba y me encontraba siempre una mujer aterrada. Y después de una hora salía una mujer con una sonrisa. Eso para mí no tiene precio. Humanización es dejar llorar, no tener prisa, hacer manitas con ellas, cuando estaban en la consulta las veía muy llorosas y siempre cruzaba las manos por encima de mi mesa, miraba al marido y preguntaba ¿puedo hacer manitas con su señora?, y le cogía las manos y esa calidez que se podía transmitir es para mí un verdadero privilegio haber podido y haber sabido hacerlo así. —Se jubila después de 40 años de profesión, 35 de ellos en Toledo, donde llegó en junio de 1991, ¿de qué está más satisfecho? —Fundamentalmente de una cosa, aparte del contacto emocional con mis pacientes, que es maravilloso, de lo que estoy más satisfecho profesionalmente es de haber conseguido, no siempre en escenarios fáciles, hacer entender a la sanidad de Castilla-La Mancha lo esencial que es la investigación clínica para todos los pacientes con cáncer. Creo que ese trabajo ha sido inmenso. Los datos lo dicen, hemos trabajado en más de 200 ensayos clínicos en el servicio de Oncología en estos años, reclutando más de 2.500 pacientes en un ensayo clínico, no solo en cáncer de mama, también en cáncer de pulmón, en cáncer genital urinario, en cáncer de ovario, en cáncer de cabeza y cuello, en cáncer digestivo, en todos los ámbitos de la oncología hemos reclutado pacientes y yo creo que en este momento el servicio de Oncología de Toledo es un referente de investigación clínica en España. —En esa investigación están implicadas varias especialidades, es un trabajo en equipo —La investigación clínica es de todo menos sencilla, porque es muy compleja en el día a día. Para hacer una investigación clínica de calidad (muy buena los datos que producimos en Oncología en Toledo) hace falta muchísimo trabajo, coordinación e implicación de mucha gente. La investigación clínica no es personal, es un trabajo de equipo, pero además de un equipo bien coordinado, donde los investigadores principales somos un poco la cabeza pensante, los que arrancamos los ensayos clínicos, pero luego están las gerentes de investigación como María Sánchez, sin ellas no se puede hacer investigación clínica. Ese es un concepto que hay que entender y creerse. —¿Qué papel tienen las asociaciones de pacientes en la recuperación? —Juegan un papel cada vez más importante. Por un lado es fundamental su utilidad para hacer que las mujeres con diagnóstico de cáncer de mama no se sientan solas, y cumplen a las mil maravillas funciones de acompañar, enseñar puertas de salida, mecanismos de apoyo y mecanismos de salvación del agobio, del miedo, de la frustración, o de preguntas malvadas como por qué yo. Es una pregunta que nunca tiene solución, pero si se convierte en una obsesión es muy destructiva. Además tienen otro papel muy importante como sociedad civil y del cáncer, porque si están bien organizadas y engrasadas con los oncólogos se pueden convertir en elementos de apoyo y de presión muy importantes para el sistema público. Y cuando hablo de presión no es en tono beligerante ni muchísimo menos. Pero es verdad que el sistema público, que es maravilloso, tiene sus limitaciones, muchas veces es incapaz de llegar a la calle, simplemente porque no es su cometido. Para mí la relación con las asociaciones de pacientes, aparte de fantásticas desde el punto de vista emocional, me parece que tienen una labor esencial. Siempre que me avisan, voy, y además me lo paso muy bien. —¿Es osado hablar de curación del cáncer de mama? —Actualmente estamos curando en torno a un 65% de todos los diagnósticos de cáncer de mama. Lo que pasa es que la enfermedad tiene al menos cuatro subtipos diferentes, y dependiendo de ellos la curación sube o baja. Hablar de curación además en cáncer de mama es un término un tanto atrevido porque puede tener evoluciones inesperadas. He tenido pacientes con recaídas después de 25 años. Lo que pasa que cuando han tenido la recaída tenían 80 y cuando les diagnosticaron el cáncer 55. Y yo siempre les he dicho ¡que te quiten lo bailado! Por eso digo que hablar de curación de cáncer de mama que sí se puede hacer en muchos casos plantea siempre un elemento de incertidumbre de futuro que está sin resolver. Y no por nuestra falta de pericia ni por falta de datos y no por falta de esfuerzo ni de investigación. Esa incertidumbre no se resuelve porque la biología del cáncer así lo exige. Esto no es una apendicitis, que lo operas y te curas, ni unas anginas, es una historia mucho más compleja. —Por último, ¿en qué invertirá su tiempo libre, tiene aficiones para disfrutar? —Soy un gran fotógrafo y tengo que retomar, ordenar y potenciar mi archivo fotográfico personal y familiar que puede ser fácilmente de 15.000 fotos. También me voy a hacer sumiller, soy un apasionado del mundo del vino, que es fascinante, y le voy a dar un una base académica. Y además renovaré mi título de piloto de aviación, no el de vuelo real, sino de vuelo virtual, que es algo que me apasiona. Y dedicaré más tiempo a mi familia, a mi nieto y mis hijos, otro elemento de gozo y de felicidad. Y como soy una persona de mente abierta, pues lo que surja veámoslo y si merece la pena disfrutémoslo también.