Haz dinero, no la guerra: cómo la privatización de la paz y el ocaso de la diplomacia están cambiando el mundo

De los grandes diplomáticos como el francés Talleyrand —que reconfiguró Europa en el siglo XIX— se ha pasado a ricos empresarios y banqueros como Steve Witkoff en EEUU y Kirill Dmitriev en Rusia. Detrás de la emergencia de estos nuevos perfiles hay un cambio mucho más profundo y preocupante Recibe este boletín - Cada lunes enviamos a tu correo el análisis de la semana internacional de Javier Biosca Antes que nada, este será mi último boletín del año. Estaré unos días descansando, así que nos leeremos el primer lunes después de Reyes, el 12 de enero. Espero que tú también puedas descansar y que sigas leyendo elDiario.es estos días. Y ahora, a lo importante. La era de los grandes diplomáticos que viajaban por el mundo resolviendo las guerras más complejas ha terminado. “Steve [Witkoff] empezó esto él solo. Lo llamo el Henry Kissinger que no filtra [información]. Henry era un gran filtrador y Steve no lo hace. Solo quiere cumplir el trabajo y hacer lo correcto”, dijo Trump en octubre tras la firma del alto el fuego en Gaza (el cual se ha violado a diario). La frase muestra el desprecio que siente el presidente por los “burócratas” de Washington que siente que no le muestran lealtad y que no saben negociar. Recuerdo que en la carrera estudié las figuras de Charles Maurice de Talleyrand y Klemens von Metternich, los grandes diplomáticos del siglo XIX por su papel en el Congreso de Viena de 1815, el cual reconfiguró Europa y el sistema internacional tras la derrota de Napoleón. Hoy son dos ricos empresarios cercanos al presidente de EEUU los que tratan de poner fin a las guerras más complejas (Gaza y Ucrania): Jared Kushner, su yerno, y Steve Witkoff, colega del golf. La crisis del multilateralismo provoca una emergencia de nuevos actores como negociadores internacionales y de países con una agenda propia que ven la paz como oportunidad de rédito económico Carme Colomina — CIDOB El pasado mes de octubre, Witkoff recibió en su mansión de Miami frente al mar al banquero Kirill Dmitriev, actual director del fondo soberano ruso y emisario de Putin. Aquel día también estaba allí Kushner, el personaje que ha impulsado en Oriente Medio la estrategia para que los países árabes normalicen relaciones con Israel a cambio, casi siempre, de mucho dinero. Los tres se sentaron aquel día frente a un portátil para diseñar el plan para detener la guerra. Un plan que pretendía sacar a la economía rusa del ostracismo internacional para beneficiar a las empresas estadounidenses y priorizar sus intereses frente a los de las europeas. Incluso se planteó cómo ambas potencias podrían explotar de manera conjunta la riqueza mineral del Ártico, según reveló el Wall Street Journal . “Rusia tiene muchísimos recursos y una gran extensión de tierra”, declaró Witkoff al periódico estadounidense. “Si hacemos todo eso, todo el mundo prospera y hay ventajas para todos, eso será naturalmente un baluarte contra futuros conflictos porque todo el mundo prosperará”. De Talleyrand a Witkoff, hoy las grandes figuras que tratan de resolver las peores guerras del mundo son empresarios que ven en la paz una oportunidad de negocio. Estos actores han trasladado el paradigma transaccional de los negocios a la política internacional. Tal y como dijo el propio Dmitriev en una entrevista reciente: “Podemos convertir la confianza de inversión en un papel político”. “Creemos que Estados Unidos y Rusia pueden cooperar básicamente en todo lo relacionado con el Ártico. Si se encuentra una solución en Ucrania, la cooperación económica con Estados Unidos puede ser la base para el futuro de nuestra relación”, señaló al Wall Street Journal. La paz es un buen negocio Detrás de la muerte de la diplomacia clásica y romántica hay un fenómeno más grave y novedoso: la privatización de la paz. “La tentación de reducir las negociaciones de paz a un mero ejercicio de conflicto de intereses es evidente y, en muchos casos, no se trata de los intereses de las partes enfrentadas, sino los del propio negociador. La diplomacia tradicional ha sido sustituida por acuerdos entre magnates. Es una ‘diplomacia de amiguismo’ al servicio de lucros particulares”, señala el think tank CIDOB en su informe anual ‘El mundo en 2026’ , publicado la semana pasada. El ministro de Exteriores de República Democrática del Congo conversa con Trump en el Despacho Oval en una reunión celebrada en junio. YURI GRIPAS “La crisis del multilateralismo provoca una emergencia de nuevos actores como negociadores internacionales y de países con una agenda propia que ven la paz como oportunidad de rédito económico”, aclara Carme Colomina, investigadora y coordinadora del informe. Tenemos ejemplos muy concretos. El mismo día y en la misma ceremonia en la que los ministros de Exteriores de República Democrática del Congo y Ruanda firmaban en junio un opaco acuerdo de paz, Trump decía: “Estamos consiguiendo para EEUU muchos derechos de [explotación de] minerales del Congo como parte del acuerdo. Es un honor para ellos estar aquí. Pensaban que nunca vendrían”. Pocos días después, una serie de empresas del entorno de Trump –o del círculo tecnológico que le ha dado su apoyo– firmaron contratos en la región. Entre ellas KoBold Metals , compañía financiada por Jeff Bezos y Bill Gates, Ballard Partners, consultora vinculada a la familia Trump, y Apple, señala CIDOB. Qatar, que también hizo de mediador, ha prometido una inversión de 21.000 millones en sectores estratégicos del país. De Azerbaiyán a Gaza Unos meses después llegó el turno del presidente de Azerbaiyán y del primer ministro de Armenia, que también firmaron en la Casa Blanca. “Se tradujo en un acuerdo comercial que prevé la entrada de empresas estadounidenses con un mandato de 99 años para supervisar la creación y operación de un corredor ferroviario, considerado potencialmente lucrativo, que atravesará territorio armenio a lo largo de toda su frontera con Irán. Se llamará Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacional ”, señala el informe CIDOB. “ Azerbaiyán y ExxonMobil sellaron asimismo un memorando de entendimiento que consolida a la petrolera estadounidense como un actor clave en el futuro económico de la región. El acuerdo de paz definitivo, sin embargo, sigue pendiente y debería firmarse en 2026”, aclara el documento. El presidente Donald Trump se reúne con el presidente Ilham Aliyev de Azerbaiyán y el primer ministro Nikol Pashinyan de Armenia. Daniel Torok / White House En Gaza, pese a que el paso a la segunda fase del acuerdo de alto el fuego no parece próximo, las empresas estadounidenses ya se pelean por el botín de la reconstrucción, estimado en unos 70.000 millones de dólares. The Guardian ha dado incluso nombres de algunas de las empresas que ya están pujando, entre ellas está la misma contratista a la que se le adjudicó por 33 millones de dólares la gestión de ‘Alligator Alcatraz’, el infame centro de detención de Trump en Florida . No olvidemos tampoco que Gaza tiene sus propios recursos de gas que Israel le ha impedido explotar durante años. En junio de 2023, ante las presiones internacionales, Israel aprobó los planes de la empresa egipcia EGAS para desarrollar el yacimiento, pero la guerra los dejó en suspenso. En Ucrania es difícil olvidar que solo un mes después de la bronca a gritos de Trump a Zelenski en el Despacho Oval, Kiev acabó firmando un acuerdo con Washington para la explotación de minerales que, según el propio Trump, permitirá a EEUU recuperar el dinero que el país se ha gastado apoyando a Ucrania en la guerra. Quizá es solo palabrería, pero sumado al retorcido mecanismo de apoyo militar que consiste en que Europa compra armas a EEUU para después entregarlas a Ucrania, la guerra puede resultar ser un buen negocio para EEUU (hace unos días publicamos cómo las 1 00 principales empresas de armas de todo el mundo han disparado sus ingresos gracias, principalmente, a las guerras de Ucrania y Gaza). La diplomacia tradicional ha sido sustituida por acuerdos entre magnates. Es una ‘diplomacia de amiguismo’ al servicio de lucros particulares Informe anual CIDOB “Mientras estos nuevos actores despliegan sus artes de mediación, entre la necesidad de frenar la violencia y la obscenidad de los réditos económicos de sus acciones, la maquinaria de la diplomacia internacional –desde Naciones Unidas hasta la ayuda exterior– está cada vez más afectada por los recortes de financiación”, señala el informe de CIDOB. A ello se suma un factor más de esta nueva era, y es “la impunidad del intervencionismo ”, señala Colomina. “Se ha producido un retorno a las esferas de influencia que se defiende a cañonazos”. Tras aquella reunión alrededor de un portátil en la mansión de Florida de Witkoff, Europa se reunía desesperada para digerir la primera propuesta estadounidense sobre Ucrania. El primer ministro polaco, Donald Tusk, resumía la situación: “Sabemos que esto no va de paz, sino de negocios”. Mientras tanto, la UE no ha logrado llegar a un acuerdo para financiar a Ucrania con los activos rusos congelados en suelo comunitario, pero ha acordado endeudarse con bonos europeos para financiar con 90.000 millones de euros a Kiev, que afronta una situación económica crítica para resistir a la invasión rusa. Tienes que leer... Esta recomendación viene muy al caso y, si te interesa el tema, te va a encantar. ‘Guerra por la paz: el fin de la diplomacia’ . Lo he empezado precisamente para este boletín y tiene buenísima pinta. El autor, Ronan Farrow, analiza con todo detalle (y con fuentes buenísimas) cómo EEUU ha debilitado su poderío diplomático representado por el Departamento de Estado, en favor del poderío militar del Departamento de Defensa. La política exterior ha pasado de los diplomáticos a los uniformados y no es cosa de Donald Trump. Gracias por llegar hasta aquí. ¡Felices fiestas!