La Oca de Toledo, creada por el divulgador astronómico, escritor e investigador histórico Luis Dévora , puede contemplarse desde este domingo en el Museo Cromática de Toledo, donde permanecerá expuesta antes de iniciar un recorrido por otros espacios culturales. Se trata de un tablero artístico que conecta el tradicional Juego de la Oca con la geografía, la historia y el simbolismo del casco histórico toledano, identificando cada casilla con enclaves patrimoniales, leyendas y personajes fundamentales de la ciudad. Lejos de ser una simple reinterpretación lúdica, la obra propone una experiencia de crecimiento personal, en la que el juego se transforma en un mapa iniciático. «Es una obra de arte con cuatro artistas de primer nivel, con personajes para que la gente se identifique con uno de ellos cada vez que juega y entra simbólicamente en Toledo», explica Dévora a ABC. La Oca de Toledo nace del trabajo conjunto de un «cónclave» de artistas e investigadores, reunidos bajo el colectivo Nukleo5, que se ha refundado expresamente para este proyecto con una premisa clara: unir rigor histórico, vanguardia pictórica y disrupción tecnológica. El resultado es una obra compartida en la que la investigación histórica de Dévora se entrelaza con capas de color, música visual y tecnología phygital, dando lugar a una pieza singular dentro del panorama del arte contemporáneo español. Autor intelectual del proyecto, Luis Dévora ha dotado al tablero de su estructura simbólica. Su estudio sobre los paralelismos entre el Juego de la Oca y Toledo sostiene cada una de las 63 casillas, conectándolas con el patrimonio material e inmaterial de la ciudad. Gracias a esta visión, la Oca deja de ser un simple pasatiempo para convertirse en un mapa de sabiduría, donde monumentos, leyendas y episodios históricos se integran en un recorrido coherente y profundamente simbólico. El tablero es fruto de una auténtica alquimia artística dirigida por Dévora y Kastro, con la intervención de cuatro creadores: Ricardo Renedo, responsable de la identidad visual de las 63 casillas, tratadas como lienzos individuales que dialogan entre sí. Valeriano Cortázar, creador del fondo mediante su técnica de pintura musical, que aporta ritmo, profundidad y una atmósfera envolvente. Jesús Alcolea, autor del universo de los Diminutos, pequeños seres ocultos que obligan al espectador a una observación activa y curiosa. Kastro, nexo tecnológico del proyecto, creador de los personajes jugables —los Kriatures— y responsable de la integración phygital que proyecta la obra hacia el futuro. Cada casilla del tablero remite a un monumento, una leyenda o un personaje histórico: desde El Greco o Bécquer hasta Alfonso X el Sabio, Isabel la Católica, Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz. También aparecen referencias míticas como la Mesa de Salomón, el Santo Grial o la Orden de Toledo impulsada por Buñuel, Lorca y Dalí como experiencia nocturna e iniciática. Dévora subraya las sorprendentes coincidencias entre el trazado urbano toledano y el juego: los dos puentes, el pozo, la cárcel, el laberinto de cobertizos o el Callejón de los Muertos —con 58 momias, el número de la casilla de la muerte—, hasta llegar al centro del tablero, donde el Jardín de la Oca se corresponde simbólicamente con la Catedral, fin del recorrido. El jugador no recorre la Oca solo. Lo hace encarnando a uno de los cinco personajes simbólicos que custodian el tablero: el Nigromante, el Alquimista, Kalen —alma de Toledo—, el Templario y el Duende, cada uno asociado a una dimensión del conocimiento, la tradición o la memoria popular. El proyecto hunde sus raíces en el libro La Oca de Toledo. Un viaje iniciático por la Ciudad Mágica (Universo Oculto, 2022), donde Dévora ya proponía esta lectura simbólica de la ciudad. Libro, guía patrimonial y juego a la vez, la obra se dirige —en palabras del autor— «al niño, al héroe y al soñador que un día fuimos y que no debemos dejar de ser». Así, la Oca de Toledo se presenta no solo como una obra artística, sino como una forma distinta de transmitir el patrimonio, fomentar el diálogo entre generaciones y recuperar el valor de la experiencia compartida en un tiempo dominado por lo virtual.