La pesadilla de Mariami en Turquía: una operación 'low cost' la lleva al borde de la muerte

Lo que comenzó como un viaje para someterse a varios retoques estéticos se ha convertido en una pesadilla que casi le cuesta la vida. Es la historia de Mariami Mezvrishvili, una joven que hace dos años decidió viajar a Turquía para realizarse una cirugía estética 'low cost' tras encontrar ofertas a través de las redes sociales. Hoy se arrepiente profundamente. La intervención, que debía durar cinco horas, se extendió a ocho y media, y las complicaciones no tardaron en aparecer. Al regresar a España, sufrió un shock séptico a causa de una bacteria contraída durante la operación, lo que la llevó a ser ingresada de urgencia en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Hospital de Sant Pau en Barcelona. Mariamy se sometió a un combo de intervenciones complejas y de alto riesgo: una liposucción de abdomen, una transferencia de grasa a los glúteos y una mastopexia de pecho. Según su testimonio, en aquel momento no era consciente del peligro que entrañaban. "Yo no sabía que tenía todo este riesgo, toda esta cirugía, si no me lo hubiera pensado bien", ha confesado. Fue después de la traumática experiencia cuando, investigando, descubrió que se había sometido a "una de las cirugías más peligrosas". Esta falta de información la hizo ir "a ciegas", confiando en la publicidad de las redes sociales. La joven ha relatado las alarmantes condiciones del centro hospitalario en Turquía. "Llegué al hospital a las 7 de la mañana, me hicieron unas analíticas en ayunas, y al cabo de una hora, ya la doctora estaba conmigo, me dibujó y a quirófano directamente", explica. Sin embargo, una vez en el quirófano, la sensación cambió por completo. Mariamy ha descrito un entorno que no cumplía con las normas de higiene esperables: "Yo estaba nerviosa, porque yo no veía que era un quirófano en normas, ¿sabes? O sea, no había esa limpieza que yo he visto en otros tipos de quirófanos". La falta de profesionalidad del personal fue otra de las señales de alarma que la joven detectó justo antes de ser anestesiada. Pese a la inquietud que le generó la situación, pensando "dónde me he metido", la rapidez del proceso no le dio margen de reacción. "En 2 minutos ya me durmieron", recuerda. Esta experiencia pone de manifiesto los peligros de confiar en centros que no ofrecen garantías sanitarias adecuadas, un riesgo latente en el creciente mercado del turismo estético. El calvario de Mariamy continuó tras la intervención. Aunque pasó la primera noche en el hospital, al recibir el alta su estado era muy delicado. "Estaba mareada, mi amiga me tuvo que duchar", comenta. La asistencia prometida fue prácticamente inexistente. "Vino la enfermera, me dio la medicación, así me tocó un poco y se fue", detalla. Fue su acompañante quien tuvo que hacerse cargo de ella, ya que no se podía "ni mover". Mariamy subraya que si hubiera viajado sola, las consecuencias podrían haber sido fatales. Todo el proceso, incluyendo el viaje para ella y dos acompañantes y la cirugía, tuvo un coste de unos 7.000 euros. A su regreso a España, la situación se agravó drásticamente, culminando en el shock séptico que la llevó a la UCI. Durante su estancia en el Hospital de Sant Pau, los médicos tuvieron que revertir parte de la operación para salvarle la vida. "Toda la grasa que me habían injertado en los glúteos, en el hospital me lo tuvieron que sacar", ha explicado. Esto significó que, además del trauma físico y el riesgo mortal, el resultado estético fue nulo, quedando "igual de como estaba antes". Además, tuvo que afrontar un costoso proceso de recuperación que incluyó entre 30 y 40 masajes. Las secuelas de esta experiencia no han sido solo físicas. Mariamy ha confesado que, tras salir del hospital, cayó en "una depresión muy fuerte". Sin embargo, con el tiempo ha logrado sobreponerse y transformar el trauma en un aprendizaje. "A nivel emocional, pues al final me he aceptado como soy, me quiero a mí misma, estoy mejor que nunca conmigo misma", asegura. Ahora, su prioridad es la salud, afirmando que "nada te puede comprar en esta vida lo que es la salud" y que "no merece la pena arriesgarse por lo barato". Con la fuerza que le da haber superado esta prueba, Mariamy lanza un mensaje claro a quienes se plantean seguir sus pasos, atraídos por los bajos precios. Recomienda hacerse analíticas previas, no arriesgar la salud y, si se quiere quitar un complejo, hacerlo en España. "Todo lo barato sale caro", sentencia. Advierte también de la irrealidad de las redes sociales, donde "los casos que salen muy, muy mal, en las redes no está". Su testimonio es un recordatorio contundente de que detrás de una oferta atractiva puede esconderse una realidad peligrosa que puede cambiar una vida para siempre.