Los mantecados de Rute que no pueden faltar en tu mesa estas fiestas

Cuando se acerca la Navidad, hay sabores que invocan recuerdos familiares, sobremesas largas, compartidas y ese imaginario colectivo de tiempos de reencuentros y celebraciones. En Córdoba, Rute es sinónimo de dulces navideños, y entre ellos destacan por excelencia los mantecados artesanos de La Flor de Rute , una referencia casi obligada en cualquier mesa festiva de la provincia. La Flor de Rute no es solo un nombre entre otros: es una marca co n más de 50 años de historia y una especialización adquirida con el paso de las décadas en la elaboración de dulces navideños artesanos de alta calidad. La empresa familiar, con sede en la Avenida Blas Infante de Rute, ha sabido combinar la tradición artesanal con las exigencias del mercado moderno sin perder el alma de sus productos. Desde su fundación, La Flor de Rute ha apostado por trabajar materias primas seleccionadas y procesos cuidados para ofrecer mantecados, polvorones, turrones, almendrados y otras especialidades navideñas que conservan ese sabor auténtico que solo se consigue con receta tradicional y manos expertas. Su catálogo supera las 30 especialidades , desde clásicos mantecados de almendra hasta dulces exclusivos como las «Cordobesas» o bombones artesanos bañados en chocolate. Este enfoque ha propiciado que la marca se asiente no solo como empresa manufacturera de dulces sino también como polo de atracción turística: el Museo del Azúcar de Rute , asociado a la flor confitera, visualiza la historia y evolución del oficio con impresionantes figuras de azúcar y exposiciones de utensilios y recetas antiguas. Los mantecados de La Flor de Rute son mucho más que un dulce navideño más; son piezas elaboradas con paciencia, tradición y técnica. Entre las variedades disponibles destacan: Estos mantecados, junto a otros dulces tradicionales como polvorones de almendra, roscos de anís artesanos o hojas de flor de azúcar glass, se integran en los surtidos navideños que la casa ofrece en diferentes formatos, desde estuches pequeños hasta grandes cajas familiares perfectas para compartir en las cenas de Nochebuena o el medio día de Navidad. La clave está en varios factores: una elaboración artesanal, donde la receta tradicional se respeta sin atajos, el uso de materia prima local y cuidada, incluyendo manteca de cerdo, almendra tostada, aceite de oliva y canela. Además, cabe destacar su variedad de sabores, desde los más clásicos hasta opciones más modernas sin perder la raíz tradicional. Historia y cultura confitera, que se respira en cada bocado y que la marca ha sabido preservar y modernizar sin renunciar a sus orígenes. Además, la presencia de productos adaptados a todos los públicos, como dulces sin gluten o sin azúcares añadidos , demuestra que la casa ruteña atiende a las demandas actuales sin traicionar el sello artesanal de sus dulces. Rute es un destino gastronómico navideño. Cada temporada, miles de visitantes recorren sus tiendas, museos y obradores en busca de sabores clásicos que evocan infancia, festividad y tradición. El Museo del Azúcar, las exposiciones temporales y los eventos culinarios que giran alrededor de los dulces festivos refuerzan esa imagen de «pueblo dulce» que ha definido a Rute desde hace décadas. Caminar por sus calles en diciembre es una experiencia que, además del sabor, transmite historia y patrimonio gastronómico. Aunque los mantecados son el protagonista indiscutible de estas fechas, La Flor de Rute ofrece mucho más para completar una mesa navideña inolvidable: turrones artesanos de alta calidad, alfajores de almendra, bombones navideños, cordobesas bañadas en chocolate o incluso cajas surtidas que combinan varias especialidades en un solo recipiente, ideal para regalar o compartir. Los dulces navideños de Rute, con sus sabores y texturas, son parte de un legado cultural que se transmite de generación en generación y que cada diciembre reúne a las familias alrededor de la mesa. Porque, al final, una Navidad sin mantecados es como un champán sin brindis.