El general chino Zhang, al mando de la defensa de una ciudad, se encontraba en una situación desesperada tras quedarse sin flechas. Ideó entonces una estrategia arriesgada: ordenó fabricar miles de maniquís de paja que eran descolgados por la noche a los pies de las murallas. Los sitiadores, confundidos, descargaron sobre ellos una lluvia de flechas. Los defensores recuperaron los muñecos y pudieron reabastecerse con las flechas del enemigo. Repitieron la estratagema varias veces hasta que los atacantes, ya escamados, decidieron no disparar. Pero aquella noche no eran muñecos de paja, sino soldados auténticos, que atacaron por sorpresa y destrozaron al enemigo. Esta historia aparece recogida en el libro «Las treinta y seis estrategias», que compila diversas estratagemas para imponerse en cualquier conflicto. Una de ellas es la de « sacrificar el ciruelo para conservar el melocotonero », es decir, renunciar a algo de poco valor para preservar lo esencial. El desastre del Partido Socialista en las elecciones de Extremadura puede ser el inicio de una serie de derrotas aparentemente terribles en los próximos comicios autonómicos. Resultaba difícilmente entendible que los socialistas concurrieran a esas elecciones con un candidato tan débil y a punto de sentarse en el banquillo de los acusados, por mucho «lawfare» con el que se haya querido justificar la situación. Y eso que el partido contaba con alternativas dentro de sus propios cargos en Extremadura, o incluso con el ministro Carlos Cuerpo, uno de los mejor valorados del Ejecutivo. Pero no parece que los candidatos elegidos por Pedro Sánchez para Andalucía, Aragón, Madrid o la Comunidad Valenciana vayan a correr mejor suerte. Su identificación total con la doctrina sanchista hace probable que solo los socialistas más irredentos estén dispuestos a votarles, pese a las dudas que genera el bloque de la derecha. No tengo ninguna prueba, pero tampoco ninguna duda, de que Pedro Sánchez ha decidido copiar la estrategia del general Zhang y, ya que no dispone de maniquís de paja, lanzar a sus ministros más flojos a ser aseteados por los votos en las próximas elecciones autonómicas. Su objetivo es vencer en las generales, y parece indiferente ante lo que ocurra en el ámbito autonómico. Si en 2023 la jugada le salió bien, es probable que intente repetir la hazaña mientras Partido Popular y Vox se despellejan entre sí, generan incertidumbre y siembran dudas sobre su capacidad para garantizar una mínima estabilidad institucional allí donde ganen. En nuestra comunidad no parece que se quiera alterar el guion. Diana Morant ha conseguido que el gobierno del Partido Popular, sacudido de manera inmisericorde por su gestión de la dana, siga acaparando con cierta comodidad la intención de voto. Ante el previsible desastre, desde algunos sectores del socialismo valenciano se insinuó que quizá la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, pese a la polémica sobre sus títulos universitarios inventados, podía ser una mejor candidata. Ahora, envuelta en la nefasta gestión de las denuncias de acoso dentro de su partido, siendo además la responsable de Igualdad, muchos ya no lo tienen tan claro. En pocos meses, tanto el Partido Popular como Vox deberán poner las cartas sobre la mesa: definir su estrategia de pactos y empezar a exhibir a sus candidatos en comunidades como la nuestra, donde aún no está nada claro quién encabezará las listas. Pero da la sensación de que, aunque presenten a Epi y Blas o al Pato Lucas, la victoria les resultará sencilla si Sánchez ha decidido enfrentarles a maniquís de paja. Tras las elecciones autonómicas, es probable que Sánchez baje de las murallas a los soldados de verdad y empiece a jugar con el miedo a la ultraderecha y con la culpa de los exvotantes socialistas que han permitido gobiernos cuasi fascistas donde, según su relato, los derechos de las mujeres peligran. ¿Puede funcionar la estratagema? La verdad es que no lo sé. Pero si hace más de mil años un general logró que su enemigo desperdiciara miles de flechas contra unos maniquís y, dado el escaso nivel de reflexión que los españoles solemos dedicar a nuestro voto, todo es posible. De momento, parece que los ministros están conformes con la estrategia de ser el ciruelo y avanzan hacia el matadero con una sonrisa mientras Sánchez intenta salvar el melocotonero. No tengo tan claro, sin embargo, que los candidatos a alcaldes compartan el mismo entusiasmo. Pero mientras las próximas elecciones llegan aprovecho para desearles una feliz Navidad. Coda. Creo que es urgente que los dirigentes del Partido Popular se matriculen en el curso «Como no hacer el melón en la segunda semana de campaña electoral» si no quieren que al final «el ciruelo» sean ellos.