En Sevilla , los montaditos y bocadillos forman parte del ADN culinario de la ciudad. Son comida rápida, sí, pero también memoria colectiva: pringá, carne mechá, tortilla, jamón y queso han alimentado generaciones enteras. Lo que no es tan habitual es encontrar un local que haya decidido especializarse únicamente en bocatas, con combinaciones infinitas y a precios de antes. Y ahí es donde entra en juego Bocatas Manolo , uno de esos sitios que funcionan desde hace décadas porque hacen exactamente lo que prometen. Situado en Los Remedios , este pequeño local lleva más de 30 años sirviendo bocadillos a estudiantes, vecinos y fieles que saben a lo que vienen. Aquí no hay reinterpretaciones ni modas pasajeras: hay pan caliente, rellenos generosos y combinaciones pensadas para comer bien y rápido. Manolo prepara y corta personalmente los ingredientes, monta cada bocadillo al momento y mantiene una relación cercana con su clientela, esa que vuelve una y otra vez porque aquí encuentra exactamente lo que busca. No es raro que por el local hayan pasado caras conocidas, pero Bocatas Manolo sigue siendo, ante todo, un comercio de barrio con solera, de los que forman parte de la memoria gastronómica de Sevilla. La carta es amplia y flexible. Hay decenas de combinaciones ya bautizadas —y si ninguna convence, siempre se puede crear el bocata a medida— , pero algunos nombres se han convertido en auténticos clásicos del barrio. El más famoso es el Titanic , con carne mechada, queso y jamón serrano sobre pan de chapata, contundente y directo. Junto a él aparecen otros bocatas como el Spiderman (salami y queso), el Mary Poppins (bacon, lomo y queso), el Regata (bacon, roquefort y jamón serrano) o el Mediterráneo , con jamón york, queso y tortilla. También hay opciones más sencillas —tortilla de patatas, salchichas o carne mechada— que mantienen ese espíritu de bocata de diario que tanto se agradece. Un detalle muy celebrado entre la clientela: el mojo picón es gratuito , y se pueden añadir otras salsas clásicas como alioli, kétchup o mayonesa para rematar el conjunto. El espacio es reducido y funcional. Todo se prepara al momento, calentando el pan junto al relleno para que el bocadillo llegue en su punto. Es un sitio claramente orientado al take away, aunque muchos habituales se lo comen de camino o lo convierten en comida fija entre clases o jornadas laborales. Abre de lunes a viernes por la mañana, un horario que delata bien a quién va dirigido: estudiantes, trabajadores del barrio y vecinos que saben que aquí siempre hay una solución rápida, económica y fiable. Bocatas Manolo no busca reinventar nada. Y quizá por eso sigue funcionando. Porque en una ciudad como Sevilla, a veces lo más revolucionario es hacer bien lo de siempre.