Joel Martín, del acoso escolar a la élite paralímpica: "Un sueño, por difícil que sea, no es imposible"

La educación inclusiva y la visibilidad en el deporte son pilares fundamentales para una sociedad más justa. La trayectoria de Joel Martín, un joven de 21 años que ha alcanzado la élite del taekwondo paralímpico, es un claro ejemplo de ello. A pesar de haber nacido sin el antebrazo derecho, su historia no es una de limitaciones, sino de constancia, resiliencia y éxito. Tras una notable participación en los Juegos Paralímpicos de París 2024, donde llegó a disputar la medalla de bronce, su ambición no conoce límites y ya tiene la vista puesta en su próximo gran reto: los Juegos de Los Ángeles. La suya es una narrativa de superación que inspira dentro y fuera del tatami. Sorprendentemente, el camino de Joel Martín hacia el taekwondo no fue una elección planificada, sino fruto del destino. Desde muy pequeño, su pasión eran las artes marciales, concretamente el kárate, disciplina en la que se sentía completamente a gusto. Sin embargo, su vida deportiva dio un giro inesperado a los 12 años. “Yo estaba en el parque, como muchos niños que estaban en el parque jugando, estaban también mis padres”, recuerda el atleta. Fue en ese momento cuando el seleccionador de la española de taekwondo se fijó en él y vio un potencial que ni el propio Joel imaginaba. El seleccionador se acercó a sus padres para proponerles que su hijo probara el taekwondo. La reacción inicial de Joel fue de rechazo. “Yo no quería irme porque yo estaba muy bien en karate”, confiesa. La insistencia y la curiosidad pudieron más que su reticencia inicial, y finalmente accedió a probar. Aquella prueba fue reveladora. “Fui a probar taekwondo, me gustó y ahí me quedé”, resume sobre el día que cambió su futuro para siempre, marcando el inicio de una carrera que lo llevaría a competir en los escenarios más importantes del mundo. El camino hacia el éxito no ha sido fácil. Durante su infancia y adolescencia, Joel tuvo que enfrentarse a una de las pruebas más duras: el acoso escolar. La falta de su antebrazo derecho fue utilizada por algunos compañeros de clase para atacarlo con comentarios hirientes. “Recibía muchos comentarios malos, y yo decía, joder, a ver si es verdad que que por esto no voy a tirar o o no voy a conseguir x cosas”, explica sobre aquellos momentos de debilidad. Estas presiones negativas minaron su moral en repetidas ocasiones, haciéndole dudar de sus propias capacidades y de su futuro. Ante la adversidad, Joel demostró una voluntad de hierro, en parte, gracias a su carácter. “Yo también soy muy cabezón”, admite. Su estrategia fue clara: cortar por lo sano con las influencias negativas. “Me alejé de ellos. No les quería ni mirar a la cara y me alejaba lo máximo, porque eran influencias malas hacia mí”, detalla. En lugar de hundirse, buscó refugio en sus afectos. “Yo me reforzaba en mi familia y también en mi mejor amiga, que han sido los puntos claves para yo estar adonde estoy”. Este apoyo incondicional fue el pilar sobre el que construyó su fortaleza mental para demostrar que las limitaciones no definen el destino. Hace poco que Joel ha tomado plena conciencia del poder de su trayectoria. Durante mucho tiempo, vio sus logros como algo lejano, casi onírico. “Todo lo veía como un sueño”, afirma. Sin embargo, su participación en los Juegos Paralímpicos de París 2024 marcó un punto de inflexión. Fue allí, compitiendo en la élite, donde comprendió que su historia personal podía ser un faro para otros. “He dicho, a ver, estoy donde he querido llegar, ya que es un sueño, que es lo que siempre he dicho, o sea, que un sueño, por más difícil que sea, no es imposible”. Esta nueva perspectiva le ha permitido ver más allá de sus propios objetivos deportivos y entender el impacto que puede tener. “Cuando yo pensé eso, digo, vale, pues yo detrás de esto tengo una historia, que a lo mejor a gente con discapacidad le puede ayudar también muchísimo, y ahí me di cuenta”, reflexiona. Su ejemplo es una poderosa demostración de que la fuerza de voluntad y el apoyo de un entorno positivo son claves para sobreponerse a cualquier obstáculo, una lección que ahora busca compartir activamente. Con la experiencia de París en su haber, Joel Martín ya tiene un nuevo objetivo entre ceja y ceja: los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles. Su debut en la capital francesa fue, en sus propias palabras, una toma de contacto. “Yo en París iba principalmente para ver cómo cómo era todo. Y ya después de verlo, dije, bueno, ahora que ya lo he visto, ahora tengo que ir a por la medalla”, declara con una determinación admirable. Esta ambición se sustenta en una disciplina total y absoluta, que abarca todos los aspectos de su preparación como atleta de alto rendimiento. Para competir al máximo nivel, la preparación es exhaustiva. “Cuando te estás preparando para algo tan grande, ya entra muchísimo la nutrición, lo que es el psicólogo, el fisio, un entrenador personal por si tienes algún tipo de lesión, y, bueno, y luego ya, aparte, un entrenador de taekwondo”, detalla el deportista. Esta red de profesionales es fundamental para optimizar su rendimiento y cuidar su salud. Un apoyo clave en este camino es University, patrocinador del equipo paralímpico español, a quien Joel agradece su confianza y respaldo. Más allá de las medallas, Joel tiene claro su futuro profesional y quiere que siga ligado al tatami. “Yo desde bien pequeño también, lo tengo muy claro. Siempre me he querido dedicar al deporte”, asegura. Su gran proyecto es tener su propio club para formar a las nuevas generaciones. Para ello, se está preparando académicamente estudiando Formación Profesional (FP), además de nutrición y suplementación deportiva. “Así también ayudo a los chavales que estén en el club a cuidarse la salud y todo”, concluye, demostrando una visión integral que combina la pasión por la competición con el deseo de transmitir sus conocimientos.