Si de algo sabe Rodrigo Parladé es de bares de barrio, ya que ha crecido viendo cómo su padre regentaba uno de los clásicos de Los Remedios desde los años 70 y se ha convertido en un experto en la materia con los cuatro establecimientos que gestiona actualmente en esta orilla del Guadalquivir. Por eso cuando le preguntamos por su parada habitual no duda en elegir un negocio que cumple todos los cánones de la buena hostelería sevillana: barra, cerveza bien tirada y una cocina tan sincera como auténtica. ¿Por qué se ha convertido La Extremeña en una parada habitual para usted? La Extremeña me gusta porque tiene la esencia de los bares de toda la vida, parece un bar de siempre de Los Remedios pero con un espíritu muy juvenil. Javier es un chico muy currante y emprendedor, me recuerda a mí mismo cuando tenía su edad. Con 30 años yo era un camarero más como es él en La Extremeña, estaba todo el día al pie del cañón con muchas ganas de hacer las cosas bien y crecer. A veces charlamos del negocio, de precios, del sector y de todo un poco… ¿Es importante estar siempre encima de los negocios como hace usted o Javier en La Extremeña? En los sitios de barrio la gente te busca, no es como en el centro, que llegan, comen y se van. Aquí la gente quiere cercanía y hay que estar encima de todo. Para mí no es sacrificado porque es lo que me gusta y disfruto así. ¿Qué es lo que más le gusta de La Extremeña? Su sencillez de toda la vida, el ambiente tranquilo que tiene y su aire de bar de siempre. Aquí viene el albañil y viene el arquitecto, es un sitio muy familiar y muy agradable. Es entrañable, no hay nada de postureo sino todo lo contrario y cuando te sientas te das cuentas de que conoces a mucha gente del barrio. ¿En qué momentos suele venir? Está en mi radio de acción y en ocasiones cuando acabo la jornada y necesito relajarme suelo parar aquí. Tiene una cerveza muy buena y bien tirada, es un sitio entrañable de barrio de los que quedan pocos y tiene la carta básica que gusta a todo el mundo. ¿Qué le suele gustar para acompañar la cerveza? Tienen unos canelones de carrillada muy buenos y un cachopos casero que está increíble. La ensaladilla es fantástica y hay fritos muy bien hechos. Los fines de semana hay pescado a la plancha. Es una cocina buena y bien presentada. ¿Cuál es su rincón favorito de La Extremeña? Siempre elijo terraza y además necesito sentarme, porque llego muy cansado y tengo que sentirme cómodo. Una cervecita, algo de picar y cuanta menos gente me hable mejor (risas). Para mí es mi momento de relax, ya he pasado por todos mis negocios y los he dejado controlados así que paro aquí para tomar algo tranquilo antes de ir a casa. ¿Por qué motivos recomendaría a alguien venir a La Extremeña? Porque es un bar de Los Remedios muy auténtico, aquí no te encuentras comidas raras ni ambiente de fuera. Es un sitio de comida tradicional de los que no te cansas nunca, por eso los bares de barrio funcionan tan bien. Empezó con su padre en El Viejo Tito pero ya ha demostrado que lo suyo con la hostelería era completamente vocacional… Es lo que he visto desde pequeño, lo llevo dentro. Además no soy de esos jefes que llegan a supervisar sin más, cada vez que aparezco en uno de mis restaurantes me remango y me pongo a trabajar como cualquier otro, ya sea con las comandas, recogiendo platos, en cocina o en la barra. No puedo parar, es lo que he visto toda la vida en mi padre. Gracias a eso conozco mucho al personal porque me pongo en su lugar; sé cómo piensa el personal, los problemas que tiene y los entresijos de su día a día. Y sé que a Javi de La Extremeña también le pasa. Los hosteleros que no están tan metidos en sus negocios no conocen a su personal ni sus circunstancias. ¿Qué balance hace de los cuatro establecimientos que tiene actualmente en Los Remedios? Cuando abrí el segundo Viejo Tito tenía miedo de que uno le quitara clientela a otro, pero me di cuenta de que en este barrio las cosas no funcionan así: el Viejo Tito original no disminuyó las ventas y el nuevo funcionaba perfectamente desde el principio. Con Arrabal pasó igual, no me ha quitado clientela de los otros. En los barrios a la gente le gusta caerse en el bar, es decir; el que vive en Flota de Indias rara vez irá al de Plaza de Cuba. La clientela es de su zona y va a sitios cercanos. ¿Se plantea abrir en el centro? Próximamente abriré en Triana, pero en el centro no, porque yo llevo mis negocios de manera personalizada y si abro en el centro pierdo mi ruta de control, se sale de mi perímetro y no me gusta perder el control de mis sitios. En Triana voy con un socio y uno de mis hijos, Rodrigo, que está estudiando en la Escuela de Hostelería. Esta expansión del negocio la hago pensando en ellos, yo con dos establecimientos viviría bien, pero estoy creando este grupo por si alguno de ellos se quiere dedicar a esto. Eso sí, me gustaría que ellos no estuvieran tan entregados como yo lo estoy, porque es una vida dura y sacrificada. Eso sí, es mejor que la de mi padre, que apenas salía del bar… ¿Está cambiando el público de Los Remedios? Depende de la zona. Por aquí en La Extremeña no ha cambiado, ni en Flota de Indias. Arrabal sí tiene más turismo, diría que un 20%. Y donde creo que voy a tener más turismo es en el Viejo Tito original. Pienso que la parte de Los Remedios que está más cercana al río se va a convertir en una zona dormitorio del turismo del centro, una situación que me produce pena y cierto miedo porque afectará al Viejo Tito de toda la vida, que es el restaurante al que más cariño tengo. Empezó con 14 años ayudando a su padre los fines de semana y continuó así mientras estudiaba Empresariales y Marketing. Cuando terminó la carrera se fue a Londres y montó una empresa de instalaciones, pero llegó la crisis de 2008 y decidió volver a El Viejo Tito y dar el relevo a su padre. Apostó por la tapa y triunfó, dando así una nueva dimensión al mítico restaurante de Los Remedios. Luego abrió Viejo Tito Montañas, Arrabal y hace poco El Caña, y ya planea su próxima apertura en Triana. La Extremeña abrió en 2019 como un proyecto personal de Javier Duque, que desde el primer momento tuvo una gran acogida del público (a pesar de la pandemia). En estos años el negocio ha ido evolucionando y adaptándose a su clientela, hasta convertirse en un «bar-hogar», como dice su propietario. ¿Cuáles son los platos fuertes de su cocina? Tienen mucho éxito los pescados fuera de carta que traigo los fines de semana y los guisos. Nos gusta la cocina de siempre pero interpretada a nuestra manera. Al principio apostamos por ibéricos, algunos guisos fuera de carta y arroz los viernes. Poco a poco hemos ido ampliando las propuestas y, sin perder la esencia, tenemos otras cosas como cochinillo a baja temperatura, buen pescado… son cosas que el público ha ido reclamando y por eso hemos evolucionado. También cuidamos especialmente la cerveza y el producto y eso lo aprecia mucho la clientela. ¿Le gustaría verse el día de mañana con varios negocios como Rodrigo? Lo tengo clarísimo. De hecho llevamos varias casetas en la Feria y tengo pensado crecer. Me gusta estar todo el día currando y muy encima de todo. ¿Es importante que el propietario lleve las riendas de todo? Para mí si lo es, porque los clientes se pierden en un mal servicio aunque tú estés cultivando una buena relación con ellos. La mejor forma de cuidarlo es estar aquí cada día.