Deseo de perdurar - La sacerdotisa transmitió una visión donde la inclinación afectiva empuja a trascender la propia vida mediante descendencia o producciones intelectuales, y su palabra adquirió peso en una ciudad con escasa presencia femenina El amor se presenta como una fuerza que no pertenece ni al mundo divino ni al humano, sino que se sitúa entre ambos. Representa un movimiento continuo entre la carencia y la plenitud , un impulso que nace de la necesidad y busca lo bello y lo bueno. En esa tensión se revela su esencia dual: nunca satisfecho, pero siempre creador, siempre en tránsito entre el deseo y la sabiduría, entre el anhelo de unión y la búsqueda de permanencia. Este modo de entenderlo, descrito como daimón nacido de Penia y Poros, explica por qué el amor no puede ser un dios perfecto, ya que vive del desequilibrio que genera el deseo y del ingenio que impulsa a superarlo. Con ello, el amor se convierte en un camino ascendente hacia la belleza inmortal, un movimiento que anticipa la idea del impulso vital que siglos después formularía el psicoanálisis . Diótima de Mantinea explicó a Sócrates la aspiración a perdurar Diótima de Mantinea , sacerdotisa mencionada por Platón en el Banquete , fue la maestra que transmitió a Sócrates esa comprensión del amor como deseo de inmortalidad. Platón la presenta como una figura sabia y profética que habría retrasado la peste de Atenas mediante sacrificios rituales, lo que sugiere que poseía un conocimiento considerado divino. En el diálogo, Sócrates la cita como fuente de su aprendizaje, otorgando autoridad filosófica a una mujer en una época en la que casi ninguna tenía voz pública. Su enseñanza articula la idea de que el amor impulsa al ser humano a perpetuarse más allá de sí mismo , ya sea por descendencia o por obras del espíritu, lo que más tarde inspiró a Freud en su formulación del Eros como pulsión de vida . La identidad de la maestra generó interpretaciones enfrentadas con el paso del tiempo El origen de Diótima ha suscitado debate durante siglos. Algunos estudiosos creen que fue un personaje simbólico creado por Platón para dar voz a ideas que no quería atribuir directamente a Sócrates. Otros señalan que su nombre, que significa “la que honra a Zeus”, y su procedencia de Mantinea, término que evoca la palabra mantis , apuntan a un papel de intermediaria entre los hombres y los dioses. También se ha sugerido que encarnaba a mujeres reales como Aspasia de Mileto , compañera de Pericles, conocida por su inteligencia y por dirigir un círculo intelectual en Atenas. Aunque su existencia no se ha confirmado, la figura de Diótima sirve como símbolo de autoridad femenina en la transmisión del saber filosófico. El recorrido propuesto avanza desde la atracción corporal hacia una noción suprema La doctrina que Platón le atribuye se organiza en lo que llama la escalera del amor . En ella, el amante pasa de admirar un cuerpo bello a reconocer la belleza en todos los cuerpos; después aprende a valorar las almas virtuosas, el conocimiento y, finalmente, la Belleza Absoluta , eterna e inmutable. Este ascenso describe un proceso de purificación del deseo , que se eleva desde lo físico hacia lo intelectual. El amor, según Diótima, no renuncia al deseo sino que lo transforma, porque el impulso erótico se orienta hacia la creación y la eternidad. Esa visión convierte el erotismo en un medio de acceso a lo divino y explica por qué Platón lo concibe como el motor del pensamiento y de la vida espiritual. El Banquete presenta a Sócrates relatando las enseñanzas de Diótima ante un grupo de atenienses que reflexionan sobre Eros. A diferencia de los demás interlocutores, que lo consideran un dios o una fuerza benéfica, ella lo define como una carencia en busca de plenitud. Este relato, transmitido por Sócrates, marca un cambio decisivo en la filosofía del amor al situarlo en el ámbito de la mediación entre los hombres y los dioses. En ese contexto, la figura de Diótima adquiere un carácter casi legendario, pero su papel en la estructura del diálogo demuestra que su presencia responde a una intención filosófica y no solo literaria, porque personifica la sabiduría que une el mundo sensible y el inteligible. La interpretación de Freud prolonga esa herencia conceptual. Para él, Eros representa la pulsión de vida que busca conservar, unir y reproducir, frente a la pulsión de muerte, Tánatos. Su definición de la libido como energía que impulsa la creación artística y científica recuerda la enseñanza de Diótima sobre el deseo de inmortalidad a través de los hijos o de las obras. Aunque no existió una relación directa entre ambos pensadores, la continuidad es clara: Platón, mediante Diótima, transformó el amor en fuerza ascendente hacia lo eterno, y Freud reinterpretó esa aspiración como energía vital que sostiene la cultura. Con ello, la filósofa de Mantinea quedó inscrita, de forma indirecta, en la genealogía de una de las ideas más duraderas sobre el deseo humano y su búsqueda de permanencia más allá de la muerte.