De residencia real a conjunto museístico: la nueva vida de Tatoi vista por Pablo de Grecia

En 1873, el Rey Jorge I de Grecia , aconsejado por el arquitecto Ernst Ziller , adquirió unos terrenos en las faldas del monte Parnés , al noreste de Atenas, para construir su residencia de verano. Con el tiempo, este privilegiado enclave, a escasos kilómetros de la capital, rodeado de abundante vegetación y hogar de ciervos y zorros, se transformó en una finca agropecuaria autosuficiente . En el corazón de la finca, la Reina Olga mandó construir un edificio inspirado en los palacios de San Petersburgo que se convirtió en la residencia de la Familia Real hasta el exilio , en 1967, de Constantino —hermano de doña Sofía — y su familia. En febrero de 1991, varios camiones de mudanzas enviados desde Londres por Constantino, accedieron al recinto de Tatoi y se llevaron innumerables objetos. Tres años más tarde, el gobierno socialista de Andreas Papandreu consideró que este acto había sido expolio y, a través de una ley, nacionalizó los bienes de la Familia Real y retiró la nacionalidad a Constantino. Tras un largo proceso judicial, en 2003 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos reconoció que Tatoi pertenecía a Constantino y obligó al Estado heleno a pagar una indemnización de 13,2 millones de euros por su apropiación. Fue así como la finca y todos los bienes allí custodiados pasaron a formar parte del patrimonio de Grecia. Durante décadas, el lugar permaneció abandonado, a merced del vandalismo y el expolio . Además, el terremoto del año 1999 y los grandes incendios de 2021 causaron graves daños en varios edificios. Hoy, tras un ambicioso plan de restauración, la finca de Tatoi está a punto de abrir sus puertas al público como conjunto monumental, en el que se exhibirán las colecciones reales y que ofrecerá, además, una amplia oferta de ocio. Pocos meses antes del exilio de la Familia Real nació el primer hijo varón de Constantino, Pablo . En una entrevista concedida al periódico griego 'Ta Ne', se ha sincerado sobre los años dorados de Tatoi y sus recuerdos de la finca: «Me fui con siete meses. No puede vivirla como mi padre ni mis abuelos. Me alegra saber que abrirá al público , aunque siento melancolía. Ya no es nuestro hogar». Pablo asegura que, aunque no conserva recuerdos propios del lugar, ha crecido rodeado de fotografías y de las historias que sus padres le contaron del que fue su primer hogar: «Mis padres me contaron que siempre sonaba música , sobre todo clásica, y que los fines de semana abrían las ventanas para que se escuchara en el jardín donde se sentaban todos juntos; mi madre me contó que le encantaban los paseos por el jardín, pero que no le gustaba la piscina porque le parecía profunda; mi hermana, que tenía dos años cuando nos fuimos, recordaba que la alfombra de la habitación donde jugábamos era verde». Tras su partida en 1967, Pablo y su familia no regresaron a Tatoi hasta el año 1981, para asistir al funeral de su abuela, la Reina Federica . Según ha explicado, volver a entrar en la finca fue una experiencia «conmovedora», como si el tiempo se hubiera detenido: «Nos marchamos sin llevarnos nada. La casa había quedado tal como la dejamos aquel día. Parecía que nos hubiéramos ido anteayer: un poco polvorienta, pero todo estaba en su sitio; el cepillo de dientes, el vaso en la mesita de noche, las pertenencias. Daba la impresión de que el dueño había salido corriendo a comprar cigarrillos». En 2019, el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis , anunció que la restauración de Tatoi sería una de las prioridades durante su mandato. Gracias a fondos europeos por valor de 70 millones de euros, desde 2022 se ha llevado a cabo una labor faraónica en la finca, que ha incluido restauración de los edificios históricos, la colección de vehículos y calesas, así como la documentación y digitalización de los cerca de 100.000 objetos que pertenecieron a la Familia Real y que habían quedado abandonados en los armarios y almacenes de palacio. Tatoi abrirá sus puerta el próximo año y, tal y como lo ha definido la ministra de Cultura de Grecia, Lina Mendoni , se trata de un proyecto «de importancia nacional», cuyo objetivo es crear un parque cultural que combine la memoria histórica con el uso público. Entre los objetos inventariados y digitalizados en Tatoi se encuentran piezas que se creían perdidas, como varios trajes que la Reina Federica utilizó en actos oficiales o el vestido de novia de Anna María . Sin duda, uno de los hallazgos más sorprendentes fue la medalla de oro que Constantino ganó en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960, que durante años se pensó que había sido robada. En relación a la transformación de la finca en un museo, Pablo ha expresado que le parece una iniciativa positiva: «Allí se escribieron capítulos importantes de la historia griega. Recibimos visitas de líderes extranjeros, conversaciones de alto nivel y decisiones de importancia histórica. Es positivo que la gente tenga acceso a todo esto y pueda presenciar con sus propios ojos lo que ocurrió allí ». No obstante, ha matizado que desea que sea también «un organismo vivo. Un espacio abierto a los visitantes, donde puedan ver cómo era la vida allí» y ha hecho hincapié en que no se convierta en «una herramienta de explotación ni en un punto de venta comercial (…). Queremos que la gente la disfrute , que la conozca, que la viva con respeto, no que la consuma». En coherencia con su visión de un Tatoi vivo y respetuoso con su historia, y según el medio griego 'News Beat', Pablo de Grecia estaría valorando, además, la posibilidad de presentarse al concurso de licitación que el Ministerio de Cultura de Grecia ha abierto para la gestión de 24 de los edificios del complejo, un proceso que determinará el futuro uso de parte del antiguo recinto palacial.