Los Niños de la Laguna y el reloj del coral

A primera vista, parece una niebla que se desliza bajo el agua, una bruma lechosa suspendida entre la luz y el azul profundo. Pero no es niebla. Es vida. Millones de células liberadas al mismo tiempo por el coral Porites rus , en un gesto ancestral tan preciso como un reloj celeste. Desde las lagunas polinesias hasta las costas de África oriental, ese mismo aliento coralino se eleva, sincronizado con la luna y el amanecer. Y en el corazón de esta proeza biológica global late una iniciativa nacida en la Polinesia: la asociación Tama nō te Tairoto, Los Niños de la Laguna. El año 2025 marca para esta joven asociación un punto de inflexión. Años de observaciones pacientes, de inmersiones al alba y de cuadernos empapados de agua salada han desembocado en un reconocimiento científico internacional y en una movilización ciudadana sin precedentes. La ciencia, esta vez, no se hizo solo en laboratorios, sino también desde las playas, las embarcaciones y las aulas. En enero de 2025, Tama nō te Tairoto coordinó la mayor campaña de observación participativa jamás realizada sobre la reproducción del coral Porites rus. El proyecto, bautizado Connected by the Reef – Te Firi A'au, reunió a más de 400 observadores de 20 países, apoyados por organismos como IFRECOR, la Iniciativa Internacional para los Arrecifes Coralinos (ICRI) y el marco de la Década de los Océanos de Naciones Unidas. La chispa que encendió esta movilización fue un hallazgo asombroso: en 2023, se había observado por primera vez una puesta de coral sincronizada entre la Polinesia Francesa y la isla de La Reunión. Dos puntos separados por océanos, unidos por un mismo instante biológico. En 2025, la confirmación fue aún más impresionante. El mismo día, Porites rus liberó sus gametos en el Pacífico y en el Índico, a lo largo de más de 18.000 kilómetros, desde la Polinesia hasta Tanzania, cruzando hemisferios y latitudes. El 18 de enero, la puesta se registró apenas con un minuto de diferencia: 1 hora y 22 minutos después del amanecer en Tahití, 1 hora y 23 minutos en la isla de Chumbe, frente a las costas tanzanas. Una coreografía planetaria guiada por la luna y el sol. «Nunca había oído hablar de un proyecto de ciencia participativa dedicado a los corales tan grande en el mundo», había señalado ya en 2022 el investigador James Guest, de la Universidad de Newcastle. Los hechos le dieron la razón. Este esfuerzo culminó con la publicación, en 2025, del primer artículo científico dedicado a la puesta diurna sincronizada a gran escala de Porites rus. Titulado «Shining a Light on Daytime Coral Spawning Synchrony Across Oceans» y publicado en la prestigiosa revista Global Ecology and Biogeography, el estudio se apoya en diez años de observaciones realizadas en 104 arrecifes de 15 islas. El artículo demuestra la existencia de un auténtico reloj biológico coralino, sincronizado entre dos océanos, algo nunca antes documentado a tal escala. También revela cómo la temperatura del agua, la profundidad y la luz influyen en las variaciones estacionales del momento de la puesta. Más de 300 observadores voluntarios contribuyeron a estos resultados, validando el rigor del protocolo desarrollado por Tama nō te Tairoto y confirmando la fuerza de la ciencia ciudadana. Protagonista discreto de esta historia, Porites rus es uno de los grandes constructores de arrecifes del mundo indopacífico y del mar Rojo. Capaz de adoptar formas ramificadas, masivas o en plato, vive desde la superficie hasta los 80 metros de profundidad, modelando el paisaje submarino y ofreciendo refugio a una biodiversidad extraordinaria. Su relativa tolerancia a las variaciones de temperatura, a la turbidez del agua e incluso a ciertos episodios de blanqueamiento lo convierten en una de las especies más resilientes frente al cambio climático. Una esperanza mineral y viva en un océano bajo presión. Para Vetea Liao, biólogo marino y cofundador de Tama nō te Tairoto, todo comenzó en 2014, con una primera observación de esta puesta misteriosa. Desde entonces, la asociación ha tejido una red de voluntarios formada por docentes, buceadores, científicos y escolares. En la Polinesia, los alumnos participan hoy en la observación de la reproducción de los corales dentro de las Áreas Marinas Educativas. «Cuando la gente presencia una puesta, se da cuenta de que estos corales son seres vivos, no simplemente piedras. Es una revelación», explica Liao. Una revelación que ya tiene efectos concretos: profesionales del sector marítimo ajustan sus calendarios de obras para no perturbar los periodos reproductivos. «No se puede proteger lo que no se conoce», resume Moevai Roche, profesor de Biología y miembro de la asociación. La ciencia ciudadana se afirma así como un motor de transformación cultural, donde el asombro se convierte en conocimiento y el conocimiento, en protección. El lanzamiento de la aplicación móvil Tama nō te Tairoto ha sido clave para esta aventura colectiva. Gracias a ella, observadores de todo el mundo pueden compartir datos en tiempo real sobre la reproducción de corales y otros animales marinos. Hoy, Porites rus está registrado en más de 50 países y territorios, y la asociación aspira a ampliar aún más esta red viva de observadores. Cada dato cuenta. Cada amanecer observado fortalece la comprensión de un fenómeno que une océanos y culturas. El éxito del proyecto resonó hasta la 3ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3), celebrada en junio de 2025 en Niza. Allí, Tama nō te Tairoto presentó la exposición inmersiva «Los arrecifes del tiempo» y el vídeo «Moana tō'u ora», realizado con alumnos de Tahití. Ciencia, arte y cultura polinesia se dieron la mano para contar una misma historia: la de un océano vivo, sincronizado y compartido. En la respiración blanca de los corales, la Polinesia ha encontrado una voz que habla al mundo. Una voz que recuerda que, incluso a escala planetaria, la vida sabe ponerse de acuerdo para nacer al mismo tiempo.