Ayer, lunes, el comedor social Tardor, volvió a ser lo que fue siempre, un comedor social. Pero a diferencia de la labor que venía haciendo de unos años a esta parte: dar comida en un táper a las personas que acudían a buscarla –personas sin techo en su mayoría, aunque últimamente se veían en la cola a los denominados trabajadores y jubilados pobres, o sea trabajadores y jubilados a quiénes lo que perciben cada mes, los primeros como sueldo y los segundos como retiro bien ganado a costa de haber cotizado a lo largo de su vida laboral, no les alcanza para vivir dignamente–.