Imbecilidad tipográfica

En la segunda era Trump, cada vez es más difícil distinguir entre la realidad, la distopía y la broma. Todo lo que emite el presidente, sea en un post o en una de sus imperdibles ruedas de prensa, es tan disruptivo que a menudo parece un ‘fake’ o directamente una creación imposible de la inteligencia artificial. Trump puede ser un fascista, un misógino y un racista, pero su equipo de comunicación es el más rápido, inteligente e innovador, y ha descubierto que no hay mejor método comunicativo que el del aplastamiento, apropiándose de la agenda global, inundando cada día todos los medios de noticias, insinuaciones y declaraciones. Este Gobierno, que lleva días sugiriendo una intervención en Venezuela, que atenaza a medio mundo con aranceles salvajes, que bombardea supuestas lanchas de narcotraficantes al mismo tiempo que monta falsas treguas con Israel, es también capaz de perder el tiempo con los detalles más nimios, con la única condición de que sean mediáticos.