Uno de los rituales más emblemáticos de la noche es el 'Joya no Kane', cuando los templos budistas hacen sonar sus campanas 108 veces entre el final del año y el inicio del siguiente Así es como 'All I Want For Christmas Is You' se convirtió en el éxito pop por excelencia de la Navidad Para entender cómo se celebra la llegada del año en Japón hay que empezar por Omisoka , la Nochevieja japonesa , concebida tradicionalmente como un momento de cierre, reflexión y preparación más que como una celebración ruidosa. Lejos del protagonismo de las fiestas nocturnas, el tránsito al nuevo año se vive como un proceso gradual para dejar atrás lo viejo y recibir el futuro en las mejores condiciones posibles, tanto materiales como espirituales. Los días previos al 31 de diciembre están marcados por el osoji , la gran limpieza de fin de año. No se trata solo de ordenar la casa, sino de un gesto simbólico que busca eliminar las impurezas acumuladas durante el año y preparar hogares, comercios y espacios de trabajo para la llegada del nuevo ciclo. Esta práctica está ligada a la tradición de dar la bienvenida al toshigami , la deidad del Año Nuevo , y refleja la importancia cultural de empezar enero con un entorno y una mentalidad renovados. La cena y el Joya no Kane En la noche de Omisoka , muchas familias mantienen la costumbre de cenar toshikoshi soba , fideos largos de trigo sarraceno asociados a la longevidad y a la idea de “cruzar” de un año a otro . Es un gesto sencillo, repetido en millones de hogares, que refuerza el carácter doméstico y contenido de la velada, más orientada al recogimiento que a la celebración pública. Uno de los rituales más emblemáticos de la noche es el Joya no Kane , cuando los templos budistas hacen sonar sus campanas 108 veces entre el final del año y el inicio del siguiente . Cada campanada simboliza uno de los deseos o apegos humanos que, según el budismo, generan sufrimiento, y su sonido acompaña un acto colectivo de purificación espiritual antes de empezar de nuevo. El ambiente solemne de este ritual contrasta con la imagen habitual de la Nochevieja en otros países. Llega hatsumode Omisoka es también un momento de reunión familiar . Muchas personas pasan las últimas horas del año en casa, preparando la comida tradicional y siguiendo programas especiales de televisión que acompañan el paso a la medianoche. Aunque en las grandes ciudades existen zonas con más ambiente, la vivencia predominante sigue siendo íntima y tranquila , centrada en el balance personal del año que termina. Con la llegada del 1 de enero comienza otro de los grandes ritos del calendario japonés: el hatsumode , la primera visita del año a un santuario sintoísta o a un templo budista . Millones de personas acuden durante las primeras horas o días de enero para rezar por salud, prosperidad y buena fortuna, en uno de los desplazamientos colectivos más importantes del año. El cambio de año también se refleja en el paisaje urbano y doméstico, con decoraciones tradicionales como los kadomatsu , elaborados con pino y bambú, o el kagami mochi , símbolo de abundancia y continuidad . Más allá de su valor ornamental, estos elementos representan una forma visible de dar la bienvenida al nuevo ciclo y a las deidades asociadas al Año Nuevo. En conjunto, el Año Nuevo japonés funciona como una pausa social compartida , donde la limpieza física y simbólica , la espiritualidad y la vida familiar se entrelazan. Más que una noche de celebración intensa, es un ritual de transición que pone el acento en la serenidad, la comunidad y la idea de empezar de nuevo con el menor peso posible del pasado.