Todo a la vez

Tengo la sensación de que la Navidad no vuelve, sino que no se ha ido o, en otras palabras, que no deja de suceder. Ocurre lo mismo con la Semana Santa o con determinados pasajes de la infancia o de la juventud. No es nostalgia, ni simple repetición. Son etapas de la vida que se quedan. Mis padres, por ejemplo, se siguen muriendo cada día. Imaginamos el tiempo como una línea: lo que ocurrió queda atrás, lo que ocurre está aquí, lo que ocurrirá aún no existe. Pero el tiempo vivido rara vez se comporta así. Más bien se pliega, se superpone, se condensa. Hay momentos que no se cierran, que no aceptan la clausura.