Éxito en una educación con valores

El personal del CEU en Andalucía asistió a la I sesión del Seminario de Formación del CEU en Andalucía, impartida por Pablo Guija , delegado diocesano de Pastoral Universitaria y director del Servicio de Atención Religiosa de la Universidad de Sevilla (SARUS). El tema central del encuentro giró en torno a la dimensión vocacional en el ejercicio de la docencia, destacando que el éxito de una institución católica como el CEU se produce, entre otras cosas, «cuando los alumnos descubren que su vida tiene un para qué y un para quién». El ponente comenzó su intervención recordando que «cada uno de nosotros es un sueño del amor de Dios y eso guía nuestra vida. En una sociedad como la actual en la que parece que se nos mide por productividad, Dios no nos manda a donde vayamos a ser más útiles, sino al lugar donde más amor podemos dar y más amor podemos recibir». En este sentido, recomendó a los asistentes que nunca perdieran la visión sobrenatural en el día a día, «no dejéis pasar la oportunidad de hablar de Dios en lo cotidiano, es posible que representéis la única vía para que alguien se acerque a la fe». Por eso, es importante preguntarte de forma habitual, ¿Qué espera Dios de mí?, «esta pregunta es un deber moral que todo cristiano debe hacerse», subrayó. Respecto a esto último, indicó que «son muchos los que se preguntan dónde está Dios ante tanto sufrimiento, yo creo que mucho de lo malo que nos rodea es consecuencia de que hay demasiada gente que se resiste a la llamada de Dios, que no responde con un sí». Por otra parte, reconoció que, aunque «como personal de una institución católica como es el CEU debéis tener una actitud proactiva y transmitir esa fe de la que hablamos, hay que ser conscientes de que entráis en terreno sagrado. Es decir, es un ámbito muy íntimo de la persona, por lo que hay que hacerlo sin forzar, de manera natural. Poco a poco, los jóvenes -y muchos adultos que aún no lo han descubierto- irán entendiendo que la libertad no es un fin en sí mismo, sino el medio para convertirnos en lo que estamos llamados a ser». Esta misión debe llevarse a cabo en un medio hostil, en una sociedad relativista, con un lenguaje ambiguo, «en la que parece que todo vale y nos lleva a una proyección mediocre de la vida. Pero nosotros, como docentes, debemos transmitir que sí existe la verdad, la bondad y la belleza y que todo ello es lo que da verdadero sentido a la vida, lo que nos aporta felicidad real». Por último, Pablo Guija se dirigió a los profesores e investigadores de manera expresa, para animarlos a encontrar a Dios en el día a día de su labor, invitándoles a preguntarse «¿Cómo se relaciona Dios en mi área de trabajo? Incorporad a Dios en cada paso que deis en vuestras labores de investigación, tened presente que hay un qué y un para qué. Es fundamental buscar el sentido de la vida y ayudar a otros a encontrarlo».