Hay un derecho laboral que suele pasar desapercibido hasta que falta: el descanso. No hablamos solo de “parar un minuto”, sino de un sistema de pausas que protege la salud, reduce errores y marca límites a la disponibilidad permanente. En la práctica, cuando los descansos se recortan, el impacto aparece rápido: fatiga, más accidentes, peor atención al público y una jornada que se estira. Por eso conviene tener claros los mínimos legales