Durante el periodo en el que Pilar Alegría ha sido ministra de Educación salió adelante la nueva ley de formación profesional que tiene aspectos positivos. También se han aprobado los decretos de desarrollo de los currículos. Pero la ya exministra deja muchas tareas pendientes. Alegría suscitó entre los representantes del sector educativo la esperanza de un mayor diálogo que su predecesora, Isabel Celaá. Inicialmente su talante fue más abierto y dispuesto a escuchar, pero ni la enseñanza concertada ni los profesores, por citar a dos de los grandes protagonistas del sistema educativo, han sido tenidos en cuenta de un modo adecuado. En 2024 Pilar Alegría prometió la creación de una comisión para el estudio del coste real del puesto escolar, un órgano que hubiera sido decisivo para abordar la infrafinanciación de la escuela concertada, pero no llegó a desarrollarlo. El anteproyecto para determinar la cantidad de alumnos por aula no se ha redactado con el diálogo necesario. Deja pendiente también la mejora de la situación laboral de los profesores. Sánchez no ha dado la importancia necesaria a los cambios que hay en nuestro sistema educativo al tener al frente del Ministerio a una persona que era a la vez portavoz del Gobierno, y precandidata en las elecciones autonómicas de Aragón. Esperemos que la nueva ministra Milagros Tolón, en el tiempo que esté en el cargo, tenga más dedicación, más voluntad de diálogo y menos intención de imponer esquemas ideológicos