Pedir un crédito para volver a casa: el drama de los canarios en la Península

El simple acto de volver a casa para ver a la familia se ha convertido en un lujo inalcanzable para miles de canarios residentes en la Península. La escalada de precios en los billetes de avión ha generado una situación límite que obliga a muchos a endeudarse para afrontar una emergencia familiar o, simplemente, a renunciar a pasar las navidades con los suyos. Así lo ha denunciado Desirée Hernández, presidenta de la asociación Canarios por una Movilidad Justa, en una entrevista en 'Herrera en COPE Gran Canaria', donde ha puesto voz a un drama que afecta a una gran parte de la diáspora canaria. Hernández, que lleva 13 años viviendo fuera de las islas, lamenta que se sientan como emigrantes en su propio país, obligados a renunciar a su tierra por motivos laborales o personales y sin poder regresar por el coste inasumible de los vuelos. La realidad es especialmente dura para quienes tienen hijos. Hernández relata la tristeza de tener que explicarle a su hijo de 11 años que no pueden ir al cumpleaños de su primo porque "mamá no puede ahora". Esta situación, lejos de ser una anécdota, es el día a día de muchas familias. "¿A qué precio hemos renunciado los canarios por salir de nuestra tierra?", se pregunta. Las bodas, reuniones familiares, o el simple acompañamiento a un ser querido en una operación se convierten en un imposible logístico y económico. La sensación de desarraigo se agrava al no poder compartir momentos cruciales con sus seres queridos, generando una herida emocional constante. El aspecto más dramático de esta problemática surge ante las emergencias. Cuando un familiar fallece, la necesidad de comprar un billete de un día para otro se topa con precios desorbitados. Desirée Hernández tuvo que pagar recientemente 675 euros por un billete de ida y vuelta para poder despedir a su abuela. En muchos casos, el coste equivale a un sueldo completo, y para quienes no disponen de esos ahorros, la única opción es pedir un crédito. "Te fallece un familiar y te tienes que endeudar", afirma con rotundidad, subrayando la crueldad de una situación que añade una carga financiera al dolor de la pérdida. No poder estar junto a los tuyos en los momentos más difíciles es una de las consecuencias más dolorosas de este aislamiento forzoso. Actualmente, Hernández vive otra situación familiar complicada: su abuela de 94 años ha sido operada tras una fractura de cadera y se encuentra ingresada. "A mí me encantaría poder estar allí con ella acompañándola y ayudando a mi familia, y tampoco puedo", confiesa. Esta impotencia contrasta con la realidad de los ciudadanos peninsulares, que "pueden coger un coche, llenar el tanque de gasolina y se ponen en la casa de su familia en cualquier provincia, porque tienen medios para hacerlo". Los canarios, en cambio, dependen exclusivamente del avión, lo que les sitúa en una posición de extrema vulnerabilidad ante las fluctuaciones y abusos del mercado aéreo. Las fechas señaladas, como la Navidad, agudizan el problema. Los precios se disparan hasta cifras prohibitivas. Hernández ha compartido ejemplos sangrantes, como un billete para una persona a 925 euros para venir a Gran Canaria en estas fechas. Para una familia pequeña, el coste es aún mayor: "un adulto y un niño cuesta 1.000 euros con una maleta en cabina". Como consecuencia, ella y su hijo pasarán un año más sin compartir la Navidad con los suyos. La resignación de su hijo es, para ella, una de las partes más penosas de esta realidad, al ver cómo se le niega el derecho a disfrutar de sus abuelos, tíos y primos. Desde la asociación denuncian que se les considera "turistas en su propia tierra", pagando lo mismo que cualquier peninsular que viaja por ocio. Esta percepción es compartida incluso por los propios peninsulares, quienes a menudo se sorprenden de que los canarios no residentes no tengan un descuento y admiten que, con esos precios, prefieren irse al Caribe. "Nos dicen, ¿y ustedes cómo lo hacen para estar con los vuestros?", explica Hernández, evidenciando que el problema es ampliamente reconocido por quienes lo sufren como turistas, pero ignorado para quienes lo padecen como residentes ausentes. La asociación se siente aislada y abandonada por las instituciones. Desirée Hernández asegura que han mantenido numerosas reuniones con políticos "de todos los colores" en el Senado, el Parlamento de Canarias y en encuentros específicos. En todas ellas, los responsables públicos "se pusieron las manos en la cabeza" al conocer los precios, prometieron estudiar la situación y ofrecer soluciones. Sin embargo, el resultado siempre ha sido el mismo: "nunca más se supo, ni de los políticos ni de las soluciones". Esta falta de acción ha cronificado un problema que afecta a la vida de miles de ciudadanos. La asociación no cree que la solución sea aplicar el descuento de residente, ya que consideran que las aerolíneas simplemente inflarían aún más los precios, anulando el efecto de la bonificación. En su lugar, han propuesto alternativas como una tarifa especial para canarios no residentes, un billete gratuito al año para emergencias o, la que ven más factible, establecer una Obligación de Servicio Público (OSP) que regule y ponga límites a los precios de las compañías. Recuerdan que un proyecto piloto de OSP entre Lanzarote y Madrid "se quedó en nada", y exigen "voluntad política" para encontrar una solución definitiva. "No dejaremos de luchar hasta que se nos considere canarios con vínculos en nuestra tierra", concluyen.