La celebración de la ‘Tardebuena’ en Santander se presenta conflictiva este año. Varios sindicatos de la Policía Local han desmentido la existencia de un dispositivo especial de seguridad para la tarde y noche del 24 de diciembre, lo que anticipa una jornada sin control sobre el ‘botellón’ que tradicionalmente congrega a miles de jóvenes en el centro de la ciudad. Los sindicatos han sido tajantes en su comunicado: "No habrá refuerzos y no habrá servicios extraordinarios", y advierten de que las consecuencias deben ser comunicadas con transparencia a la ciudadanía. Según el comunicado sindical, la ausencia de este operativo especial implicará que "no habrá control de botellón y de consumo de alcohol", "no habrá controles de vehículos ni cortes físicos de vías". Esta situación genera una notable preocupación tanto en vecinos como en hosteleros de las zonas más afectadas, como la "calle Peña Herbosa" y la "plaza de Pombo". Frente a la postura sindical, el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Santander ha ofrecido una visión diferente. El concejal de Protección Ciudadana, Eduardo Castillo, aseguró días atrás que se implementará una "vigilancia dinámica y activa" para evitar el ‘botellón’ en el centro, con "presencia policial constante y coordinada" entre la Policía Local y la Nacional. Por su parte, la alcaldesa de Santander, Gema Igual, ha apelado a la responsabilidad. Aunque dice ver "bien que cualquier sindicato [...] tenga sus reivindicaciones", ha subrayado que "la responsabilidad y el servicio público que tenemos todos nos haga ser responsables y nos haga ser coherentes". La alcaldesa ha insistido en que "cualquier empleado público debe de velar por el servicio público". Contrario a la creencia popular de que la ‘Tardebuena’ beneficia a los locales del centro, los hosteleros de la zona denuncian graves perjuicios. Juan Carlos Martínez, del restaurante Matices, lamenta que "cada año hay más botellón, y eso ya no es que afecte solo a la hostelería, afecta a los vecinos, a la limpieza de la calle, lo dejan todo como si fuera una chonera". Martínez explica que el verdadero negocio de la tarde, el de las copas, se pierde porque la gente evita la zona. "Los últimos años aquí no viene ni dios a partir de las tres y pico de la tarde, porque se van a encontrar con todo el botellón", señala. Además, critica el cierre de calles del año pasado, que, según él, solo desplazó el problema a vías aledañas como López de Vega, causando un caos de tráfico. Tomás Venero, del restaurante Abanda, secunda esta visión. "Carlos lo ha clavado", afirma, y describe una realidad frustrante: "Somos el baño público de toda esa gente que deja la calle hecha una pocilga". Venero desmiente el mito del gran día de caja para la hostelería: "Nos perjudica, evidentemente". La falta de un dispositivo policial visible aumenta su sensación de desamparo. Venero se muestra escéptico ante la promesa de "vigilancia activa y dinámica" y lamenta que, en un día tan señalado, la presencia policial sea mínima. Su estrategia para mañana será atender a su clientela fija y cerrar tan pronto como sea posible, actuando de portero para que nadie ajeno a su local entre a usar los baños. Desde el sector hostelero surgen propuestas. Juan Carlos Martínez sugiere habilitar un espacio controlado, como el "parking del campo de fútbol", con baños químicos, cubos de basura y vigilancia para concentrar allí el ‘botellón’. "No molesta a nadie", argumenta, y permitiría mantener el centro de la ciudad limpio y transitable. Sin embargo, su colega Tomás Venero es más pesimista sobre la viabilidad de esta idea. "La gente hoy en día hace lo que le da la real gana, y si no van a tener policía controlándole...", reflexiona. En su opinión, aunque se intentase crear un recinto alternativo, sería un "fracaso" porque la gente seguiría acudiendo por costumbre a las zonas de siempre.