Actividad sísmica - Los modelos reprodujeron un movimiento equivalente a magnitud tres en una fractura concreta y mostraron desprendimientos cercanos, un efecto que en ese entorno resulta más problemático que en nuestro planeta El interés por volver a la Luna crece gracias a la posibilidad de extraer materiales que aquí resultan muy contaminantes La distribución de los terremotos en la Tierra no es uniforme y se concentra en determinadas regiones. Algunas zonas acumulan sacudidas frecuentes porque el terreno está atravesado por fallas activas, mientras otras apenas registran actividad apreciable durante largos periodos. Esa diferencia condiciona la forma de construir y obliga a prever refuerzos específicos , porque el movimiento del suelo puede repetirse con el paso del tiempo. El fenómeno no se limita a episodios aislados, ya que la acumulación de tensiones acaba liberándose de manera periódica, con ello se mantiene un riesgo que debe evaluarse de forma continuada cuando se planifican asentamientos humanos . El valle lunar analizado mostró movimientos repetidos durante millones de años El análisis científico del lugar donde alunizó el Apolo 17 determinó que antiguos lunamotos han sacudido de forma repetida el valle Taurus-Littrow durante decenas de millones de años y que esas sacudidas, ligadas a fallas subterráneas, pueden seguir produciéndose hoy, un hecho que condiciona la seguridad de futuras misiones y la instalación de infraestructuras permanentes en la superficie lunar. Las huellas más claras de esa actividad no proceden de instrumentos, porque la Luna carece de una red sísmica densa, sino de indicios visibles en el terreno. Los investigadores examinaron grandes rocas dispersas por laderas pronunciadas y rastros de deslizamiento que no encajaban con impactos de meteoritos cercanos. Esas rocas podían seguirse hasta zonas elevadas, y su disposición concordaba con sacudidas del suelo , y así el paisaje conservaba un registro físico de episodios sísmicos prolongados que habían movilizado material a lo largo del tiempo. En la Tierra influyenelementos que amplifican los daños: hay atmósfera, agua, ciudades densas, edificios altos y una población expuesta de forma continua Para comprobar esa interpretación, el equipo simuló un lunamoto de magnitud aproximada 3,0 en la falla Lee-Lincoln , una fractura que atraviesa el propio valle. Los modelos mostraron que una sacudida de ese nivel bastaría para desprender rocas y generar deslizamientos en pendientes cercanas. Aunque en la Tierra un terremoto de esa magnitud suele considerarse leve, en la Luna la proximidad a instalaciones convertiría ese movimiento en un factor de riesgo operativo , porque el suelo transmite la vibración de forma distinta y con ello aumenta la posibilidad de daños locales. La evaluación incluyó además un cálculo probabilístico del peligro acumulado. Los científicos estimaron que la posibilidad diaria de un lunamoto dañino cerca de una falla activa es de una entre 20 millones , pero esa cifra cambia cuando la exposición se prolonga. En una misión de 10 años, la probabilidad acumulada se aproxima a una entre 5.500 , y así el riesgo deja de ser anecdótico cuando se piensa en hábitats permanentes y en equipos que deben permanecer estables durante miles de días. La planificación de bases debe priorizar la elección del emplazamiento El trabajo se centró en el valle Taurus-Littrow, donde los astronautas del Apolo 17 recogieron muestras asociadas a caídas de rocas y deslizamientos antiguos. El análisis de ese material permiti ó estimar la intensidad de los lunamotos pasados e identificar su origen más probable en fallas de empuje generadas por la contracción gradual del satélite. Esa contracción explica que existan miles de fracturas similares repartidas por la superficie lunar, con ello se amplía el alcance del problema más allá de un único lugar concreto. Las conclusiones afectan de forma clara a la planificación de futuras bases. Las misiones de corta duración afrontan un riesgo reducido, pero los proyectos de estancia prolongada y los módulos de gran altura pueden verse condicionados por la aceleración del terreno. Los investigadores recomiendan alejar las construcciones de escarpes y fallas recientes , porque la intensidad de la sacudida disminuye con la distancia, y de ese modo la selección cuidadosa del emplazamiento se convierte en una medida práctica para reducir el peligro sin necesidad de alterar los objetivos de exploración a largo plazo.